Todos esos dichos populares sobre las apariencias que engañan y las portadas de libros que no hay que juzgar, cobran sentido hasta que encontramos alguna joya preciosa en algo que parecía una simple persona, un disco más, un bar escondido o un restaurante disfrazado de cafecito de barrio en la colonia Narvarte.
Ya me habían dicho que Comfort Food (Cumbres de Maltrata 390, local E, col. Narvarte Oriente) estaba rico, así que lo puse en mi lista de “lugares para dominguear el desayuno”.
Resulta que sí, está rico, pero “está rico” es una definición limitada, poco justa. No luce sorprendente. Tiene lo que todos, ofrece lo de siempre: chilaquiles, omelettes al gusto, sándwiches de huevito, pan dulce, café, mobiliario de plástico, espacio pequeño, vajilla de loza negra, paredes blancas, plantitas y una sola mesita afuera.
Pues resulta que los omelettes llegan tiernitos, como deberían de llegar en todos lados. Lo resalto porque es tema: ¿en cuántos lugares, lujosos o no, me han servido omelettes demasiado cocidos, casi quemados? Ufff, incontables. El pan, hecho en casa, es supremo, nivel Rosetta aunque sin tanta variedad. Los chilaquiles, bien sazonados. El café, de Chiapas, delicioso, no demasiado caliente, filtrado con cuidado. El pan campesino, la estrella de la carta, siempre llega gordito, bonito, generoso en aguacate, salsa, queso… En cada platillo que llega a la mesa se nota el esmero y el gusto de quien cocina. Se nota también en el tiempo de servicio —todo tarda poquito por aquello de que se hace al mero momento.
La comida aquí tiene mejor nivel que muchos restaurantes de Polanco o Lomas y no tienes que pagar hasta por el jabón fancy del baño. ¿Restaurante de primer mundo? Este. Comes rico y pagas contento. No le cuenten a muchos.