A 15 años de haber llegado a nuestro país, con 200 sucursales prácticamente en toda la República, algo bien debe de estar haciendo Carl’s Jr. en México. ¿Qué es eso que están haciendo tan bien? Una muy competente hamburguesa. No es propiamente fast food aunque se le considere en el segmento. Las burgers que sirven las preparan al momento y con un par de variantes que las diferencian positivamente de las demás similares. Aunque cuentan con insumos propios de la comida rápida (por ejemplo, carne congelada, pan industrial, elaboración muy expedita) tienen un no-sé-qué que gusta. Yo les entro con cierta regularidad. Hace muy poco me di una vuelta con la idea de probar la ya clásica Six Dollar Thickburger en su modalidad de 1/2 libra (monstruosa) y con la nueva opción de llevar pan horneado el mismo día.
Tardó un poquito en llegar, pero cuando la tuve en mis manos, la media libra de black angus con queso amarillo, pepinillos, tomate, cátsup y mostaza me hicieron sonreír. El sabor lo tiene, sin duda. Está hecha a la parrilla, lo que la distingue. Aunque sea un pattie congelado, contiene toda la grasita necesaria para saber, oler y verse muy bien. Seguro tiene mil conservadores y cosas que exaltan su sabor, pero aun así es deliciosa. El tamaño es monumental; con el pan horneado del día —grueso y grande, pero suficientemente húmedo y consistente para soportar el embate de la carne— se ve aún más grande. Impone. El único detalle que nunca me ha gustado es que, como ya viene con catsup y mostaza (generalmente de más) se resbala mucho en el bollo. Me quiero imaginar que con la cantidad exacta de ambos aderezos no sucedería tal cosa, pero bueno, gajes de la producción en serie. Fuera de eso es, sin duda, una de las reinas de la comida rápida.
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