Por estos días (el 12 de marzo, para ser exactos) se celebran los 50 años de la publicación de un álbum que cambió para siempre el curso del rock, de la contracultura, y hasta de la cultura pop
Hay discos que a pesar de vender millones de copias pierden toda relevancia con el paso de los años. Hay otros que sin mover una cantidad significativa de unidades, con el tiempo adquieren grandes dimensiones. Esto debido, por un lado, a que sus virtudes se aprecian mejor a la distancia. Y por el otro, gracias a la profunda y constante influencia que ejercen en artistas surgidos a la postre. Este es el caso de The Velvet Underground & Nico, explosivo debut del grupo liderado por Lou Reed y manejado por Andy Warhol, quien además de poner dinero para que la banda funcionara, e imponer a la modelo alemana Nico como vocalista invitada, se hizo cargo de diseñar su icónica portada.
Velvet Underground fue, en su momento, un grupo que prácticamente no existió para la corriente principal. Ninguno de los cuatro álbumes de estudio que publicaron entre 1967 y 1970 entró al top 100 de EUA. En el libro Please Kill Me, de Legs McNeil y Gillian McCain, el periodista Al Aronowitz, quien los fichó para su primer concierto, describe a sus miembros como “… drogadictos, ladrones y estafadores. Y su música era inaccesible”.
¿Y cómo fue entonces que cambiaron el rumbo del rock? La lista de razones es larga. Las favoritas de este columnista: con la forma en la que incorporaron el ruido y la distorsión a sus canciones. Con sus letras, que no tenían reparos para hablar francamente de sexo, drogas o literatura. Con su carácter experimental. Con su actitud subversiva.
El genial Brian Eno apuntó que, aunque difícilmente vendieron algunos discos, quienes los compraron de inmediato formaron una banda. Sin VU es imposible imaginar las carreras de David Bowie, Iggy Pop y todas las bandas de punk que aparecieron un lustro después en Nueva York. Luego, todas las bandas que estas posteriormente influyeron. Y de ahí al infinito.
Dice Iggy Pop que cuando escuchó el álbum por primera vez, pensó: “QUIÉN HIZO UN DISCO QUE SUENA ASÍ DE MIERDA. ES ASQUEROSO. ESTAS PERSONAS ME ENFERMAN. MALDITOS BEATNIKS, LOS QUIERO MATAR A TODOS. ESTO SUENA A BASURA”, y luego, seis meses después se volvió fan. No es difícil imaginar que su primera reacción haya sido la de la mayoría.
Hoy, a pesar de que nos hemos acostumbrado a muchas de las ideas planteadas en el disco, gracias a que han sido asimiladas y manipuladas por una infinidad de artistas, sigue sonando perturbador, oscuro, siniestro. Si no lo conocen, háganse el favor. Más vale tarde que nunca.