El Sábado de Gloria, el chilango es famoso por una costumbre bastante mensa: aventarle agua a la gente. Pero como ya lo prohibieron (qué bueno, porque estaba de hueva andarse cuidando del cubetazo, además de que no es onda estarse desperdiciando lo poquito que el sistema Cutzamala nos escupe), ahora nomás nos queda la quema de Judas, que es mucho más vistosa, creativa y divertida.
La de Merced Balbuena no es la única quema de la Ciudad de México, pero sí la más grande y emblemática. De ahí es la célebre familia Linares, que a lo largo de varias generaciones se ha dedicado a la cartonería. El resto del año, cuando no están fabricando figuras gigantes que han de arder en las llamas, se dedican a hacer alebrijes (ellos fueron los creadores de estos seres fantásticos) y otras piezas por encargo.
Originalmente, esta celebración fue usada como un método de evangelización durante la Colonia… ¡porque nada como darle chance de quemar cosas a la gente para convertirla a tu religión! La figura del demonio simbolizaba todo lo negativo, y verlo convertirse en cenizas era una bonita catarsis. Pero el diablo ya no da miedo ni cae gordo, y aunque sigue presente, el mal cobra la forma de personajes que sí nos hacen la vida de cuadritos: políticos, narcos, figuras de poder. El año pasado abundaron los Peña Nietos, los Chapos, los Tíos Sam, los Papas Francisco y, por supuesto, los Donald Trumps, que seguro en 2017 también serán los más quemados y abucheados. Cada uno se llena de miniexplosivos que van tronando e incendiando al mono, que se cuelga como piñata para que todos lo vean arder.
La calle de Oriente 30, ubicada detrás del Mercado de Sonora, no es muy larga pero sí ancha, porque es de doble sentido. Perfecta para la pachanga. En toda su extensión se instalan puestos de comida y micheladas de a litro. Te recomendamos llegar por ahí de las 5 de la tarde para ver cómo preparan los muñecos. La quema empieza en serio cuando ya está oscuro y se extiende hasta pasada la medianoche.
Estamos seguros de que Protección Civil no aprobaría tanto fuego ahí junto a la gente, pero ssshhhhh, hasta ahora no ha pasado nada y la tradición está muy chida. Eso sí, lleva tapones para los oídos porque está ruda la tronadera de cuetes.
(Fotos: Cuartoscuro)