El artista Pedro Reyes se refiere al hallazgo de los litófonos —instrumentos de percusión hechos de piedra— como una serendipia, uno de esos descubrimientos afortunados que se tienen de manera imprevista cuando se está buscando algo más.
En una de sus visitas a las canteras poblanas donde suele conseguir muchos de los bloques que utiliza para sus esculturas, descubrió que las grandes sierras circulares utilizadas para cortar los bloques dejaban rebabas que sonaban al ser percutidas. “Me di cuenta que en estas sierras de cerca de dos metros de diámetro podía hacer cortes muy profundos y preparar bloques que después, en el estudio, podría cortar a diferentes alturas para producir diferentes notas musicales”, me contó hace unas semanas. “De esa idea puramente empírica llevé varios bloques a mi estudio para transformarlos en litófonos”.
Desde aquella revelación, Pedro ha creado nueve litófonos de distintas dimensiones que el Ensamble Tambuco utilizó a principios de este año para una serie de conciertos en la galería Labor. Una de esas sesiones —la del 2 de febrero— fue grabada y puesta a circular en una pequeña edición de 72 casetes numerados.
Se trató del primer lanzamiento de Graznido (graznido.com), sello fundado por Darío Acuña que editará únicamente en ese formato. “México es un pueblo que lleva cinco mil años trabajando la piedra, y siento que es una parte de nuestra esencia”, me dijo en aquella entrevista. Le interesaba esa esencia palpable y poderla escuchar. Además, todo eso tiene continuidad en la gran fascinación que tiene por la escultura, en particular por la talla directa. “Eso implica penetrar en la esencia de la materia y hacer evidente su dimensión molecular en vibraciones que son interpretadas por el cerebro; suena esotérico, pero es una realidad física evidente”.
A propósito de la pasión de Pedro Reyes por la piedra, desde el próximo fin de semana podremos ver otra faceta suya, la de curador de una exposición en El Eco que visibiliza el trabajo de la escultora Geles Cabrera.