Santos Niños Miones. Ya llegó la FIL con su cauda efímera digna de la canción de Serrat: “Y hoy el noble y el villano, el prohombre y el gusano bailan y se dan la mano sin importarles la facha.” Nadie podrá negar que la FIL es el último gran festejo cultural que nos queda.
Vivimos bajo un gobierno tan generoso con nuestro bienestar, que ha decidido un pequeño recorte del 25 por ciento para actividades culturales en el 2015, además de contener el gasto público de tal subsector, sólo hasta junio de este año, por una minucia de 5 mil 877 millones de pesos. ¿Dónde quedó la bolita? Pos saabe. Nomás recuerden: vienen las campañas políticas, y hay clientelas qué alimentar.
Mientras tanto, el jefe de jefes de la FIL, el licenciado Raúl, anda bocabajeado como dirían los argentinos: ya se le murieron los héroes viejos (el más reciente Gabriel García Márquez), el grupo empresarial PRISA está golpeadón (suena a la prehistoria aquella presentación de “periodismo global” que hiciera su diario en era galáctica, mientras que el sello Alfaguara ya adorna la sala de trofeos del coloso global Penguin Random House).
Asimismo, el equipo de futbol de Raúl que anunciaron ser Leones Negros de largo linaje quedaron en magros gatos grises y, por último, se le acabaron los periodistas a ser homenajeados, por lo que ahora ha comenzado a cortejar a los comunicadores políticos, como el licenciado Caballero receptor del Homenaje Nacional de Periodismo Cultural Fernando Benítez (¿quién creen que ganará el próximo año?: acertaron, Carmen Aristegui).
Por si fuera poco, la presidenta Cristina canceló su viaje a la FIL, este año dedicada a Argentina, está malita de salud. En cuanto al presidente de México, que ni se aparezca: se lo comen vivo. Peña Nieto sólo podría aquí cantarle a la Patria Perdida el célebre tango: “Caminito que entonces estabas bordeado de trébol y juncos en flor, una sombra ya pronto serás, una sombra lo mismo que yo… “. O bien, “Hoy voy a cambiar” de Lupita D’Alessio.
No es lo mismo una torta ahogada que un lonche bañado.
En estos tiempos de desconcierto, las glorias municipales ya se dejan sentir, ¿pues si no, quién?, y no me refiero a las glorias municipales de las que hablaba Fernando Benítez, esos escritores muy queridos en el gremio pero de nula calidad literaria y cero reconocimiento internacional, que lo mismo bailan, cantan o payasean para ganar simpatías; me refiero al señor Aristóteles, al señor Alfaro.
Al primero, la sociedad tapatía le entona aquello de Amanda Miguel: “De todo el amor que juraba, jamás hubo nada, yo fui simplemente otra mas que lo amaba, mentiras todo era mentira, los besos, las rosas, las falsas caricias que me estremecían”; y al segundo, la de Charlie García: “porque yo soy un indeciso, la verdad es que nunca supe bien que hacer”. Menudo problema hay, porque la Perla de Occidente va de aquí hacia allá donde presumen eso de que un tapatío vale por tres, se para y grita: “¡Ya no hay hombres!”. Se oye un silencio rulfiano, dicho sea esto sin deseo de ofender a nadie.
Por fortuna, quedan algunos grandes hombres y grandes mujeres que podrán atestiguarse en la FIL: Claudio Magris, Claudia Piñeiro, Noe Jitrik, Jorge Herralde (que celebra 45 años de Anagrama), o el enorme mariscal de todos los campos Juan Villoro, et al. Al leer el programa oficial me pregunto: ¿no hay tapatías dignas de estar en el festejo en primerísima línea, y Rossana Reguillo, y María Eugenia Suárez de Garay, y Rosa Esther Juárez, o muchas más? Uf. Yo me pondré mi camiseta que dice “Ayotzinapa: 43”. Espero que Calle 13 no me cobre derechos de piso ni de paso.
Por último, huyan de las viudas de Borges o de Saramago. Son cobradoras de deudas impagables: tenaces y memoriosas. Ah, y no se crean esas mentiras de que las tapatías son infieles, nomás son experimentales. Otro Centenario Plata, por favor, con sangrita. Y, mija, tóquenme La Misma… la canción, claro. ¡Salud por la FIL 2014!