San Ángel es uno de los barrios mágicos más queridos por los chilangos y está ubicado en la delegación Álvaro Obregón.
Su historia se remite a la época prehispánica en donde se asentó Tenanitla, que significa “junto a la muralla de piedra” y que se relacionaba con los pueblos vecinos Coyohuacan y Chimaliztac. Tras la conquista formó parte del Marquesado del Valle, que fue parte de los terrenos que la corona le otorgó a Hernán Cortés por la conquista, concediéndole así el título de Marqués del Valle de Oaxaca.
En estas tierras fue donde se inició la reconstrucción de México-Tenochtitlan, lo que colocó a Coyoacán como la capital de la Nueva España. Los dominicos fueron los encargados de la evangelización, así que les fueron otorgados terrenos para la construcción del convento de San Juan Bautista que abarcaba una gran parte de Chimalistac.
En la época colonial se construyó el Convento de el Carmen que abarcaba un gran terreno que colindaba con el Templo de San Jacinto, lo que hoy sería una parte de Insurgentes Sur. No por nada era uno de los conventos más importantes de la Nueva España. Además, contaba con una gran cantidad de árboles frutales que crecían por las aguas del río Magdalena, lo que propició la fundación del pueblo de San Ángel.
San Ángel estaba aislado de la capital, lo que propició que las familias más ricas de la época porfiriana construyeran sus enormes casonas elegantes que fusionaban las tendencias francesas de la época con la arquitectura tradicional de los pueblos mexicanos. En estas casas era donde pasaban sus vacaciones o descansaban cuando viajaban hacia Tacubaya o Mixcoac.
Por muchos años, San Ángel se mantuvo a las afueras de la ciudad. Para llegar había que tomar un tranvía que salía del centro. En 1928, este barrio se volvió famoso con la muerte de Álvaro Obregón —quien fue asesinado en el restaurante de La Bombilla—, motivo por el cual la delegación se llama así.
En los años 50, este barrio aún quedaba lejos de la ciudad, pero con la construcción de las avenidas Revolución e Insurgentes, quedó trazado el actual San Ángel, destruyendo gran parte del atrio de la iglesia del antiguo convento.
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Con el tiempo San Ángel fue incorporado a la ciudad. Sin embargo, sus pobladores han sabido mantener sus costumbres y tradiciones, así como su belleza arquitectónica muy a pesar de las nuevas edificaciones. Este barrio chilango no dejará de ser el favorito para pasar una buena tarde (o fin de semana) de descanso.