A menos que una catástrofe ocurra, el Monumento a la Revolución es y seguirá siendo un sitio importante en la ciudad, aquí te decimos qué secretos alberga
De no haber sido por la muerte de Álvaro Obregón, pasar junto a este monumento sería escalofriante pues se pretendía que fuera un panteón para que descansaran los restos de los caídos en la lucha revolucionaria.
En 1912 este lugar parecía un auténtico esqueleto, su construcción se suspendió por falta de presupuesto, consecuencia de la Revolución, y durante 20 solamente se podía apreciar la estructura metálica.
Por más de 30 años, el mirador del monumento quedó cerrado al público por una falla irreversible en el elevador. Fue hasta el 2009 que, con motivo de la conmemoración del bicentenario de la Revolución, se resolvió el problema.
Originalmente el proyecto que surgió durante el mandato de Porfirio Díaz estaba pensado para ser la Cámara de Diputados y Senadores, pero el inicio de la Revolución puso los planos en espera; hoy tiene un mirador y un museo.
En la década de los 40 fue el lugar perfecto para que intrépidos pilotos realizarán maniobras arriesgadas, como pasar por debajo de las cuatro columnas del monumento. Obviamente les quitaron la licencia de vuelo.
Sus elementos decorativos terminaron dispersos, como las esculturas: “La juventud” y “La madurez”, que adornan Bellas Artes, y los leones de las escalinatas se encuentran en la entrada del bosque de Chapultepec.
Foto: Cuartoscuro