Siempre he estado a favor de Moderatto porque 1) adoro a las bandas que tienen sentido del humor, 2) tocan legítimamente muy chingón y, la más importante, 3) amo llevarle la contra a la gente que se cree superior por sus gustos musicales “correctos”. Las rolas de Moderatto me divierten, pero me divierte todavía más la indignación de los rockeros “serios”, jiji.
Como para hacer rabiar más a los que no entendieron el chiste, su último disco, Malditos pecadores, trae cóvers de La Arrolladora Banda el Limón, Selena, Juanga, Alejandro Fernández, Bronco, El Buki y otros intérpretes de música popular. Son rolas que, voluntaria o involuntariamente, todos nos sabemos de memoria y que han sido parte del soundtrack de nuestras vidas… ¡ahora moderattizadas!
Por eso estaba muy contenta de verlos en vivo en el Auditorio Nacional, el domingo pasado. Ni el haber ido sola ni el sentarme con los amargados y aburridos compañeros de la prensa (ay colegas, ¡aunque sea una sonrisita, un aplauso y el coro de ‘Amor prohibido’!) lograron apaciguar mi emoción. Canté, me carcajeé, envidié la cantidad de cambios de ropa de Bryan Amadeus (¡y me pregunté a qué horas hace tantas abdominales y todavía le queda tiempo de ensayar!), dejé que los gritos de los fans me perforaran los oídos y amé con locura a la guitarrista invitada, Adella, que ya deberían hacer parte oficial de la banda para que no los acusen de Club de Tobi.
Momentos clave: ‘Como quien pierde una estrella’, que en disco se escucha dos-tres pero en vivo tiene todo el punch; ‘Ya lo veía venir’, durante la cual invitaron a la gente de la audiencia a tocar y Bryan le regaló su guitarra a un niño llamado Jerónimo; ‘Muriendo lento’, en la que el público suplió satisfactoriamente a Belinda; el solo de batería, con plataforma voladora, mucha pirotecnia y la enormísima guapura de Elohim Corona (¡fiu, fiu!); cuando Bryan pidió que le cantaran ‘Las Mañanitas’ a su papá.
Mis #plaquejas: que ya no toquen la de ‘Villa Coapa’ (toda forever), que Bryan se haya echado un choro tipo “el cambio está en uno” en lugar de aventarse una consigna revolucionaria, que los jochos del Auditorio sepan tan feo. Fuera de eso, todo bien. Ahora sí que “Gracias”, como dice la canción.
(Tamara De Anda)