Soneto para dos almas en vilo representa un gran reto actoral: tiene a cuatro personajes que son interpretados por sólo dos actores
Antonio y Laura deciden exiliarse en Guanajuato para crear una obra de teatro con el tema de la pasión y el espiritismo: su protagonista quiere comunicarse con su enamorado mediante un médium. Una noche, mientras ensayan por primera vez esta escena de La invocación, los actores son poseídos por dos espíritus del siglo XIX que vivieron un trágico final y dejaron su historia inconclusa: Carlota y don Raymundo. El suceso desata un divertido enredo en donde el choque de épocas y las distintas formas de entender el amor, las relaciones y el compromiso a lo largo del tiempo son los ingredientes principales.
Con una historia sencilla pero ingeniosa, Soneto para dos almas en vilo, escrita y dirigida por Martín Zapata, presenta un reto actoral al tener cuatro personajes con tan sólo dos intérpretes: Manuel Domínguez y Diana Sedano. De un segundo a otro ya no vemos a los actores del presente, sino a dos enamorados, con tonito provinciano, que murieron hace cientos de años y se sorprenden con todo lo que ha pasado en el país: si Benito Juárez trascendió a la historia o si ahora nos comunicamos a través de unos curiosos “aparatitos”; y ni qué decir de las parejas que hoy viven en “amasiato”. Sin ningún accesorio más que su cuerpo, las transiciones entre los personajes son claras en ambos actores. Sorprende sobre todo el trabajo de Diana Sedano, quien con una mirada o un gesto ya es mujer de otro siglo.
Soneto para dos almas en vilo es una obra en la que sobran sorpresas y nunca cae en un humor ligero. ¿Podrán Carlota y don Raymundo seguir viviendo su amor en un cuerpo que no les pertenece? Descúbranlo en el Teatro Benito Juárez (Villalongín 15, Col. Cuauhtémoc), los martes y miércoles a las 20 h. La entrada general cuesta $136.
Foto: Cortesía