Sonideros, más que baile es todo un arte

Mucha gente, música y baile, elementos básicos que componen el ambiente festivo de los sonideros, una tradición de barrio que vio nacer la identidad de la Ciudad de México.

 

La exposición exhibe parte del patrimonio cultural de esta manifestación, además de recorrer momentos clave en inventos que permitieron al hombre almacenar y reproducir sonidos: el vinil y el tocadiscos.

El movimiento despuntó en los años 30 con algo conocido como “El tocadiscos de…”, frase que se completaba con el nombre de quien se encargaba de animar las fiestas con su selección de música en colonias populares.

A partir de los años 50, “el tocadiscos de Don Pablo”, en la colonia Peñón de los Baños, se convierte en el Sonido Arcoíris y el movimiento toma nombre. Reproducían música tropical: cumbia, salsa, guaracha y otros subgéneros.

La comunicación visual tomó gran importancia en los años 80 gracias a que el movimiento disco impuso una moda. Volantes y carteles con tipografías particulares comenzaron a utilizarse para difundir las presentaciones.

Una tocada sonidera tiene un proceso de planeación de entre 18 y 20 horas. Arranca con el montaje del equipo alrededor del mediodía para culminar con la “tocada” al caer la noche y hasta que el cuerpo aguante.

Los Sonideros, una tradición urbana se presenta en la Galería José María Velasco. Peralvillo 55, col. Morelos. Abierta de martes a domingo de 9 a 18 h. Estará disponible al público hasta el próximo 8 de mayo.