Así como nosotros no podemos creer que nuestros ancestros gritaran “¡Aguas!” para aventar pipí por la ventana o que no dejaran entrar mujeres a las pulquerías, tal vez nuestros tataranietos se sorprendan de que en 2017 estas cosas existieran en la CDMX. Guarden esta lista
Las mordidas
Ser policía será una chamba digna y bien pagada, que no dará pie al clásico “¿Y cómo nos arreglamos?”. Esa frase será desconocida y solo aparecerá en películas distópicas de ciencia ficción.
El “Eeeeh… ¡puto!”
Cuando México gane su quinto Mundial (ja, ja, ja), se hará un reportaje histórico que mostrará la polémica de los albores del siglo XXI, cuando los aficionados le gritaban “¡Puto!” al portero rival.
Vagones de mujeres
¿Neta tantos hombres acosaban a las mujeres en el transporte? ¿Era tan grave que se designaban áreas exclusivas para ellas? Uf, suena a una época en la que todavía no inventaban el internet.
Los platos de unicel
En el futuro, todo será biodegradable y nadie concebirá que, en 2017, te dieran un platito de unicel para tu tamal. También se hablará de las bolsas de plástico, que te daban hasta al comprar chicles.
La Metrobúsfobia
¿Quién podría oponerse a un transporte público eficiente, incluyente, que contamina poco y libere las calles de microbuses controlados por la mafia? Ah, pues los capitalinos dosmileros.
La burocracia
¿Hacer una fila bajo el sol para sacar una credencial? ¿Llevar una bolsa llena de papeles para acreditar tu identidad? ¿Que el trámite para titularte fuera más complicado que la carrera? Qué raro.
Animales callejeros
La leyenda del perro del Periférico habrá perdido el sentido. Las mascotas serán deseadas y los pocos animales sin hogar conseguirán casa rapidísimo, con dueños responsables que los operen.
Viaducto
En el futuro, los chilangos no podrán creer que en el siglo XX les haya parecido buena idea entubar los ríos. Las aguas del río de la Piedad fluirán y quizá volvamos a navegar calzada de la Viga.