Son primerizas y están vueltas locas con sus hijos. Su obsesión está fuera de control y alguien tiene que decirles algo, de lo contrario las redes sociales sufrirán.
1. No llenes nuestro timeline de fotos de tus hijos
Regla de oro, por favor libéranos de tantas fotos diarias de tus bebés en todas las situaciones posibles. Si vas a subir algo procura que sea original.
2. No lleves al bebé a fiestas en las que todos se quieren poner hasta el moco
Conoces a tu banda, sabes que todos son intensos, fiesteros y nunca paran. Y tú te agregas a ese tipo de planes. Fatal.
3. No limites la vida de los demás
En un ambiente sin niños la gente quiere fumar, decir groserías y ponerse el perfume que se les antoje. Recuerda: sólo tú eres mamá y buen ejemplo.
4. Atrévete a decir cosas malas sobre el ser mamá…
¿De verdad un trabajo de más de 10 horas no es una chin…?, ¿de verdad no dormir por meses está bien? Es momento de que hables con el corazón.
5. Está fatal que ya no pienses en ti
Te habla un amigo de un viaje y tú le dices: “Sí, yo ahí quiero llevar a mis hijos”. ¿Te das cuenta? No eres capaz de ver más allá de tu nariz. Estás poseída.
6. Encuentra un ángulo para retratar ser mamá
Hay unas mamás en Instagram increíbles que te podrían servir de referencia. Ellas no suben fotos de sus bebés a granel. Busca algo nuevo.
7. Piensa antes de tener un hijo si realmente lo quieres
Apenas tuviste uno y ya vas por el segundo. Date el espacio entre uno y otro para disfrutar y entender de qué se trata. Piensa si sí sirves para esto.
8. No permitas todo o atente a las consecuencias
Luego no te quejes de que el bebé llora de todo, de que no tiene disciplina o de que no respeta nada. La educación, como dice el dicho, se mama. Sé firme.
9. No comiences a vestir a toda tu familia igual
No debes caer en estas ridiculeces por tu propio bien. Tu familia es tu familia sin necesidad de uniformarlos. Permíteles tener personalidad.
10. Libérate de tu hijo por unos minutos
Lo más triste de que se vuelvan mamás es que ya no saben escuchar las pláticas. Ellas tienen la cabeza en otro mundo: sus hijos. Agarren la onda.