MÉXICO, D.F., 05OCTUBRE2012.- Aspectos de la ciudad de México desde la avenida Paseo de la Reforma que luce un cielo despejado. Se aprecia la estación Buenavista, el centro comercial Forum y detras La Torre Insignia, también llamada Torre Banobras en Tlatelolco. FOTO: CS PHOTO /CUARTOSCURO.COM

27 de julio 2018
Por: Tamara de Anda

Triángulo de autor

¿Es un totopo? ¿Es una rebanada de pizza? ¿Es un arbolito de navidad minimalista? En el panorama chilango hay una construcción que destaca y que intriga a quienes pocas veces se aventuran más allá del Centro Histórico (ash, qué fresas). Su forma de triángulo isósceles particularmente agudo, en una zona donde no hay muchos rascacielos, es inconfundible.

Se trata de la Torre Insignia, también conocida “por la gente de antes” como “el edificio de Banobras”, porque durante décadas alojó las oficinas del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos. Y si ahora llama la atención, imagínense en 1962, año en que se completó, cuando el horizonte defeño era más chaparrito y apenas estaban levantando el vecino Conjunto Urbano Nonoalco Tlatelolco. Con 127 metros de altura, en aquel entonces era el segundo más alto de la capital, solamente superado por la Torre Latinoamericana.

No podía faltar el name dropping arquitectónico. El edificio es de Mario Pani, entre cuyos grandes éxitos chilangos se cuentan el Conservatorio Nacional de Música, el Centro Urbano Presidente Alemán, la Unidad Habitacional Lomas de Plateros, los planes maestros de Ciudad Universitaria y Ciudad Satélite, entre otros. Y a pesar de que es “de autor”, la torre estuvo abandonada por más de dos décadas, después de que sufriera daños en el terremoto de 1985. Estaba vandalizada y era inevitable preguntarse cómo le hicieron los grafiteros para entrar y pintar en las alturas del inmueble.

Afortunadamente, a principios de esta década la remodelaron para meter oficinas de la SEP. No quedó esplendorosa, pero lo importante es la forma y que hayan conservado los murales geométricos de Carlos Mérida a los costados.

Es más fácil apreciarlo de lejitos, desde un automóvil, pero ir a pie también es curioso. Además del vértigo sabroso que se siente al voltear hacia arriba, la zona es muy interesante. Desde ahí se observa a detalle el Puente de Nonoalco, el primer puente vehicular de la Ciudad de México, de principios de los años 40. Cruzando Flores Magón está la Parroquia de San Miguel Arcángel, una construcción del siglo XVIII que quedó oculta por el paso a desnivel levantado durante la última década. También está el Teatro Ferrocarrilero, otra joya sesentera hipernostálgica.

La Torre Insignia está en el cruce de Insurgentes Norte y Flores Magón. Los polis de la entrada nunca te dejan pasar, pero verlo por fuera es suficientemente impresionante.

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