Fotografía: Cortesía
El barrio de Peralvillo en el Centro Histórico ofrece mucho más que estereotipos negativos. Conoce su rica historia, cultura y lugares emblemáticos en esta guía completa sobre el orgullo de la barriada.
Ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México, es uno de los asentamientos más antiguos de la zona. A pesar de los estereotipos que lo rodean, como la asociación con la violencia y el comercio de autopartes robadas, Peralvillo tiene mucho más que ofrecer a los visitantes y residentes. Forma parte de la Colonia Morelos, junto a Tepito y la Lagunilla, y abarca solo ocho cuadras de sur a norte, atravesadas por la avenida que lleva su mismo nombre.
Es importante distinguir entre el barrio de Peralvillo y otras colonias vecinas, como la Colonia Peralvillo, que cuenta con calles dedicadas a músicos y compositores, y la Colonia Ex-Hipódromo de Peralvillo, donde solía ubicarse un antiguo hipódromo. Aunque compartieron territorio en el pasado, la expropiación de terrenos y la apertura del Paseo de la Reforma provocaron la separación física de estas zonas.
Al igual que el resto del Centro Histórico, el Barrio de Peralvillo tiene raíces que se remontan a la época prehispánica. Durante los primeros dos siglos de la conquista, fue habitado por indígenas y mestizos que no encajaban en la sociedad española dominante. Desde entonces, ha sido etiquetado como un lugar marginal, pobre y violento, pero su historia y cultura van más allá de estas percepciones negativas.
Durante el Porfiriato, el barrio de Peralvillo experimentó una etapa de gran florecimiento. Se realizaron perforaciones de pozos y construcciones hidráulicas que solucionaron el problema crónico de escasez de agua en la zona. Esto permitió el establecimiento de fábricas icónicas como la Fundidora Talleres del Coro, el taller de vitrales Claudio Pellandini y el Hipódromo de Peralvillo. Incluso la mansión del ex presidente Manuel González se encontraba en este barrio.
Hoy en día, la Avenida Peralvillo alberga una gran cantidad de negocios dedicados a la venta de refacciones y autopartes, convirtiéndose en el principal atractivo comercial de la colonia. En el corazón del barrio, se encuentra la Plaza de Santa Ana, que protege la parroquia colonial del mismo nombre. Además, existen lugares emblemáticos como la Casa de la Música Mexicana, ubicada donde antes estaban los Talleres del Coro, y las ruinas de la Casa Pellandini en Comonfort 48. Incluso el antiguo edificio de la aduana del pulque se ha convertido en el Museo Indígena.
En Peralvillo también se encuentra un rincón histórico relacionado con el Himno Nacional de México. Se dice que fue en este barrio donde Jaime Nunó y Francisco González Bocanegra se refugiaron hasta terminar la composición del himno. En su honor, dos calles paralelas llevan sus nombres como recordatorio de la rica historia y tradición que preceden a Peralvillo.
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