No sé cómo nunca había ido a comer ahí. Como ya lo he dicho antes, soy fan de los restaurantes a la antigüita; me encantan los lugares de señor potentado. Me gusta comer comida informal en un restaurante muy formal.
Finalmente pude visitar el Harry’s Prime Steakhouse & Raw Bar en Polanco. Casi sin mirar el menú pedí directo la hamburguesa. Simplemente es la Hamburguesa de Kobe Beef. Finalmente llegó y se veía espectacular. Es gigante. ¿Mencioné antes que son 400 g. de pura delicia? Servida espartana y altaneramente en un bollo propio, simplemente con un poco de queso cheddar y una porción de cebolla caramelizada. Se acompaña de papas a la francesa y pepinillos. Desde el momento en que llega el plato, puede uno constatar la carne deliciosa. Huele y se ve maravillosa. Primera mordida y casi muero. Deliciosa. Gran sabor, gran mezcla de carne y grasa. El pan perfecto para aguantar el embate de esta última. Para admirarla aún más, hasta la partí en dos, para ver la carne por en medio. Deliciosa. Quizás la única observación que tendría del sabor es que, a mi gusto, estaba un poco salada. Fuera de ese detalle, impecable en todos los sentidos. ¿Mencioné que era gigante? ¿Que era portentosa? Ah, sí, verdad. Sí. No me venció, evidentemente, pero sí me dejó más que satisfecho. Un triunfo en todos los sentidos. Quizás, como lo mencionó mi acompañante en esta aventura (@rabanini) un gran platillo en cuanto a su relación costo-beneficio. Además, por el sabor, los vale y muy bien. ¿La recomiendo? Por supuesto.
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