Fernando Llanos es artista multidisciplinario y ajonjolí de todos los moles. Ahora presenta su faceta como cineasta con la película Matria.
En la comedia de enredos que es la vida cultural mexicana, Fernando Llanos es un personaje recurrente pero completamente impredecible: ya hizo un festival de animación (Animasivo), coordinó una página de orgullo sateluco (Satelín-Torrres) que culminó con la edición de un libro (Satélite, el libro), abrió un bar (Lilit), creó una banda (Los Mirreyna), escribió un blog y lo publicó en papel (Rinostalgias), entre decenas de proyectos más. Ahora debuta como cineasta con Matria, que después de festivalear y cosechar un par de premios, está en cartelera comercial.
Hace quince años, ni de chiste se imaginaba que terminaría haciendo una película. “Yo era un artista de video casado con el formato; decía que el cine era carísimo, que no tienes las mismas libertades, que en video puedes capturar el momento y no necesitas a todo el crew ni unos fierros caros”. Corte a: en 2010 empezó a trabajar en Matria.
El capricho de hacer cine lo desató encontrar los archivos de su abuelo, Antolín Jiménez, que peleó en la Revolución, fue político, masón y presidente de la Asociación Nacional de Charros; un hombre multifacético que también guardaba un oscuro secreto. Entre más rascaba, más documentos fascinantes encontraba, y se dio cuenta de que ahí había una historia que merecía ser contada en cine, porque no sólo hablaba de su familia, sino de toda una época. Además, “a las películas que tienen nazis siempre les va bien en cartelera”, reflexionó.
Ah caray, ¿cómo que nazis? Pues sí, Llanos descubrió que hubo nazis en México y que durante la Segunda Guerra Mundial se formó un ejército de charros que buscaba defender a la patria de un posible ataque de la Alianza del Eje. Este episodio, por insólito que suene, está perfectamente documentado, y aunque quedó borrado de la historia oficial, Fernando lo trae de vuelta en esta película.
Con Matria, Llanos espera contagiarle su nacionalismo crítico pero optimista al público. “A mí me gustaría que despertara un poco de ese amor, de ese orgullo que se ha ido desvaneciendo. Hasta con los políticos lo ves: los de antaño también eran muy choreros pero sí hablaban de México, de la Patria; y ahora esta gente que tiene el varo va y lo mete en Panamá, van y se compran una casa en Houston o en Miami”. Desde el eslogan, “Tu historia es tu mejor herencia”, la cinta también es una invitación a sacudir los árboles genealógicos de cada quien, porque quién sabe, en una de esas cae otro Antolín Jiménez.
Llanos siempre trae un proyecto bajo la manga y, a diferencia de la mayoría de las ideas que se discuten en las sobremesas de la Romacondesa, casi siempre se llevan a cabo. Su secreto para ser tan prolífico no es tan complicado: “Cuando te gusta tu chamba, trabajas los 365 días del año y no te pesa”. Este artista también tiene una faceta medio miguelángelcornejesca o tipo Conny Méndez, reflejada en el taller de gestión cultural que imparte: “Creer para crear”. “Por ejemplo, cuando digo que Matria va a hacer más ruido que cualquier documental seleccionado en los Arieles, puedo sonar medio inocente y optimista, pero es que si no te la crees, imagínate. ¿Para qué haces todo este relajo si no? Te la tienes que creer y, como kamikaze, abalanzarte con todo”. Con esa misma actitud ya está tranajando en su segunda película, que es de ciencia ficción. “No sé cuánto va a tardar, cuánto va a costar, pero aparte de mi credo de vida es que venimos a aprender haciendo lo que nos gusta”. Y a él le gustan muchas cosas, ¿qué se le va a hacer?