La Unidad Santa Fe es uno de esos conjuntos habitacionales que obsesionan a los arquitectos y urbanistas. Planeada a mediados del siglo XX por Mario Pani, fue concebida como una miniciudad, porque estaba medio aislada del resto del mundo (Tacubaya todavía no era el nudo de vías rápidas, puestos de fayuca y microbuses que conocemos hoy en día). Además de un teatro, juegos, tienditas y escuelas primarias, los espacios públicos incluyen un escenario al aire libre con una estructura de Félix Candela que todo chilango debería visitar.
Sin embargo, el esplendor de antaño se ha cubierto de cochambre. Como para embellecer la unidad, la delegación Álvaro Obregón le encargó en 2014 a Julio Ferrá (Tapachula, Chiapas, 1963) que hiciera unos murales a lo largo de la barda exterior. Este artista se especializa en pinturas de gran formato en el espacio público, particularmente en edificios educativos y de gobierno. Por ejemplo, los que están en el interior del Instituto Mexicano de la Juventud, en la San Rafael. Es de esos creadores omnipresentes cuyo nombre nadie ubica.
En el enrejado que da a Camino Real a Toluca hay “cuadritos” de ladrillo, que son como lienzos. Ferrá decidió ocuparlos para darle a los paseantes una lección de historia. De oriente a occidente, partiendo de la calle Roque Velasco Cerón, está la de México, empezando por las deidades prehispánicas y terminando con Zapata y la Constitución, sin dejar fuera a los gobernantes mexicas, a los héroes de Independencia, a Benito Juárez ni a Porfirio Díaz con sus trenes. Al revés, de Camino a Santa Fe para abajo, arrancó por el mero Big Bang y se suelta con el origen de la vida, la evolución y las primeras grandes civilizaciones. Ya luego hace una selección de personajes históricos: Galileo, Descartes, Washington, Mozart, Tupac Amaru, Lincoln, Darwin, Nietzsche y Marx. El más extraño es uno titulado “mentes brillantes” donde Gandhi y Einstein comparten lienzo con Hitler, ¡achis achis los mariachis! Se sigue con el rock, los hippies y unas ondas psicodélicas.
Con los años, los murales han sido “intervenidos”. Algunos están casi completamente tapados, ya no solo por bombas y tags, sino por publicidad pegada con engrudo: “Psiquiatra, especialista en adicciones” y “Salón de fiestas, todo incluido” conviven con el descubrimiento de América o los primeros homínidos. Podría verse como vandalismo o insensibilidad, pero también como una aportación realista a la línea del tiempo: así funcionan las capas geológicas del arte urbano en el siglo XXI.
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