En el país hay 377 cárceles registradas por la Comisión de Derechos Humanos y alrededor de 500 niños viviendo en ellas. Sólo en Santa Martha hay 87 infantes, más 14 que van a nacer. Sin embargo, hay dos chicas que quieren cambiar las cosas.
Karina Álvarez y Claudia González, dos amigas de 32 y 33 años que se conocieron en el bachillerato, hicieron coincidir sus vocaciones (el periodismo y la comunicación social, respectivamente) con el altruismo, al fundar, hace un año, la asociación civil Uno dos tres por ellos.
La idea del proyecto se gestó cuando Claudia, quien trabajaba en el Centro de Cultura Digital y daba talleres de animación en flipbook a internos penitenciarios, y Karina, quien se dedicó al periodismo social durante 15 años y se retiró de los medios recientemente, hablaron sobre los casos de los niños que nacen en las prisiones.
“Platicamos sobre nuestra inquietud de hacer algo diferente. Más allá de los empleos que pudiéramos conseguir, no encontrábamos algo que llenara nuestras necesidades de impactar en la sociedad sin dejar de lado la cultura. Estábamos aportando a nuestra sociedad, pero queríamos hacer mucho más. En primer lugar, pensamos en una asociación civil que atendiera mediante talleres a los niños en situación de vulnerabilidad. El primer taller que dimos fue con los hijos de las internas del reclusorio Santa Martha. Empezamos a armar e investigar en noviembre del año pasado, y desde entonces hemos tenido mucho trabajo, además de un gran avance en la asociación respecto al trabajo de ayuda a niños vulnerables”, dicen al respecto del programa “Salvación por todos mis amigos, niños que viven con sus madre en prisión”.
“Es un tema que casi nadie ve. Se trata de niños que no cuentan con ningún presupuesto. Podríamos decir que son `niños invisibles´, ya que el gobierno no los ve, y mucho menos asignará un presupuesto exclusivamente para ellos. El día que el gobierno les asigne un presupuesto dejarán de ser invisibles”.
“El programa lleva tres meses y consiste en 15 talleres justificados psicológica y pedagógicamente y van desde el dibujo y la cartonería hasta charlas de Derechos Humanos para las mamás y los niños. Hay un taller especial de tanatología porque los niños se tienen que ir de la cárcel cuando cumplen 5 años con 11 meses. De ahí, pueden irse con la familia, el DIF o alguna asociación”, concluyen.
Aunque el enfoque inicial de Uno dos tres por ellos han sido los niños que nacen en prisión, sus próximos proyectos se plantean atender a seis sectores distintos, además del penitenciario y siempre bajo una óptica de cuidado infantil: los niños migrantes; los de comunidades indígenas que por la delincuencia se ven obligados a desplazarse en grandes caravanas por toda la República; los que trabajan en la calle, los campos o el mercado; aquellos que crecen en zonas urbanas en conflicto o comunidades con altos índices delictivos; los niños indígenas y quienes viven en estado de orfandad.
El siguiente paso para Karina y Claudia es, precisamente, el proyecto de atención a los niños que trabajan en mercados, en específico la Central de Abastos, puesto que en él hay un mayor número de infantes jornaleros.
La asociación necesita, de forma continua, recursos económicos o apoyos materiales. El próximo 4 de diciembre habrá un evento en el Deportivo Xochimilco, de 8 a 20 h, con actividades culturales en el que se recibirán donativos.
Más info: unodostresporellos.org/
(Fotos: Akari/ Cortesía)