El chilango promedio vive enamorado de la comida oaxaqueña. Cada vez hay más lugares para echar una buena tlayuda, pero ninguno es tan bonito, agradable, original y encantador como este. El restaurante Oaxaquita es un espacio abierto repleto de plantas, con muebles hechos de madera reciclada y uno que otro cachivache en las paredes. Hay libros, fanzines y revistas que por supuesto puedes consultar con libertad.
De nada serviría tener el sitio más hermoso del mundo si la comida no estuviera a la altura. Por fortuna no hay una sola queja en ese departamento, al contrario. Ofrecen los básicos de los antojitos del centro de Oaxaca: tlayudas, enmoladas (que son como tlayudas, nomás que en lugar de asiento y frijoles llevan molito rojo), tacos y doraditas de maíz, con la proteína de tu elección: tasajo, cecina enchilada, chorizo, pollo o chapulines. A la hora del desayuno tardío —y, con suerte, un poquito después— tienen salsa de huevo, queso o chorizo, es decir, uno de los citados ingredientes flotando en un caldillo de jitomate. También está la opción del plato que trae un poco de todo, para dos personas, y así no quedarse con antojos.
Los platillos se sirven con chepiche, un quelite parecido al pápalo —aunque menos fuerte— que, además de potenciar el sabor, sirve para la digestión. Para beber hay tejate bien frío, licuado con hielo u horchata granizada. Pura autenticidad. De postre te puedes echar un pan de yema con un chocolate, porque no se necesita nada más para ser feliz.
Aguas porque el restaurante Oaxaquita nada más abre de jueves a domingo, de 11 a 19 h. Lo bueno es que es un excelente punto de partida para armar un recorrido de fin de semana por la fascinante colonia Guerrero.
¿Dónde? Degollado 75, esquina Lerdo
Te puede interesar: lugares para comer mole de olla en CDMX.