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El sida y la ciudad a 120 latidos

Cultura

Hoy se conmemora en todo el mundo un año más de la lucha contra el sida, un mal que muchos creíamos superado —o por lo menos controlado— por los avances médicos para su tratamiento. La realidad es que, ante el aumento de otras enfermedades mortales como el cáncer, el sida ha caído en una especie de olvido, al igual que el tema de los costos para sostener los medicamentos antirretrovirales u otra enfermedad derivada a causa de esa condición.

Por eso, es importante y oportuno el estreno de una cinta como 120 latidos por minuto. Independientemente de sus virtudes como película, nos recuerda cómo a inicios de los 80 un grupo de jóvenes, el colectivo ACT UP, luchó contra los prejuicios y la ignorancia para exigir legislación e investigación médica ante una enfermedad que los estaba matando. No hay duda de que varias décadas después ya no estamos en ese contexto. Este año, por ejemplo, Ciudad de México busca establecer el récord de la aplicación de 5 mil test gratuitos para detectar VIH. El contraste está en casos como el del fotógrafo Alan Balthazar, quien murió este año de una meningitis complicada por su condición de seropositivo. A pesar de ser atendido en el Hospital General, esta instancia no contaba con Albelcet (Amfotericina B), medicamento que requería y cuyo costo oscila entre los 16 y 20 mil pesos al día. Como el caso de Alan, hay muchos. Es curioso que un filme nos recuerde dos cosas importantísimas: la urgencia del compromiso social tomando como inspiración a los militantes del ACT UP, quienes no solo estaban condenados a morir, sino a luchar, y la necesidad de evitar el olvido: en nuestra CDMX se detectan ocho casos de contagio cada 24 horas. No hay que olvidar, en un día como hoy, que hay chilangos que siguen muriendo de sida.

 

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