A finales de la década pasada, con la publicación del primer tomo de un proyecto muy personal, el noruego Karl Ove Knausgård puso de moda la au- toficción. Criticado por varios y celebrado por otros tantos —la serie compuesta por seis títulos ha sido traducida a más de 20 idiomas y en su país natal superó el medio millón de copias vendidas—, el autor repasa de forma detallada su vida.
Esto viene a cuento porque hay un nuevo fenómeno de la autoficción y, curiosamente, también es de un país nórdico. En 2015, el joven poeta Tom Malmquist (nació en 1978) publicó A cada momento seguimos vivos, libro que ahora Turner publica en nuestro idioma y que rápido se ha convertido en un éxito de ventas en Escandinavia y Estados Unidos. En él, Malmquist narra, de una forma desgarradora y al mismo tiempo hermosa, la muerte de su mujer a causa de una leucemia mieloide, el nacimiento prematuro de su bebé y, más tarde, la muerte de su padre: una historia que nos recuerda constantemente aquello de que, como decía John Lennon, la vida es aquello que sucede mientras estamos ocupados haciendo planes.
A cada momento seguimos vivos recuerda mucho lo hecho por Francisco Goldman en Di su nombre, libro editado por Sexto Piso y en el que el estadounidense narra la muerte de su esposa Aura Estrada y el infierno en que se convirtieron los días siguientes. Hay, también, algo de Tiempo de vida (de Marcos Giralt Torrente, editado por Anagrama) y de Canción de cuna (del mexicano Julián Herbert) en donde los autores hablan sobre el duelo tras la pérdida de un padre o madre.
En medio de los estantes de las librerías, donde entre los más vendidos destacan los títulos de autosuperación, novelas históricas y novelas negras, es muy refrescante encontrar un libro como A cada momento seguimos vivos que se sostiene únicamente y brilla gracias a la lucidez, la sinceridad y la sensibilidad de su autor.
A cada momento seguimos vivos
Tom Malmquist
Turner, Madrid, 2017
265 páginas
$450
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