Foto: Edgar Durán

Platicamos con Chris Sharp sobre su historia con la CDMX

Cultura

En esta entrevista con Chris Sharp, el curador nos habló sobre la historia de la galería Lulu, la magia de México desde los ojos de un artista extranjero y las actividades a realizarse en dicho recinto

La galería independiente Lulu, fundada y dirigida por Martín Soto Climent y el curador Chris Sharp, participará nuevamente en Material, una de las grandes ferias del arte contemporáneo de la Ciudad de México.

Al igual que Material, este año Lulu celebra su quinto aniversario, contexto en el que Sharp abordó su fascinación y estancia en México, el debut de la galería, la participación en la feria y la siguiente exposición que será inaugurada.

¿Cuál es la historia detrás de tu llegada a la Ciudad de México?

Yo llegué a la ciudad hace poco más de cinco años. A finales de 2012, hice una residencia de curador en Soma, la escuela de arte en San Pedro de los Pinos; antes estuve en París, desempeñándome como curador independiente, pero cuando llegué a esta ciudad me encantó por completo.

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Debido a que conocí a Martín Soto Climent, el artista con el que fundé Lulu, pude radicar en la ciudad al terminar la residencia. Martín tiene un cuarto aquí, lo cual permitió que me instalara bastante rápido.

La Ciudad de México ha sido tierra de refugio para extranjeros y ha enamorado a artistas extranjeros, ¿qué es lo que viste en la ciudad para decidir quedarte?

La arquitectura es fascinante y el clima es muy bueno. A pesar de la contaminación, se trata de una ciudad muy verde, y eso me encanta. Vivir, por ejemplo, en la colonia Roma Sur es como vivir en un pueblo pequeño; cada barrio tiene su propia vida.

Es una de las ciudades más grandes de América; la estancia aquí implica una infinidad de experiencias y la gastronomía mexicana es una de las mejores del mundo. A pesar de todo, es una ciudad muy humana.

Algunos artistas extranjeros han visto a México como un territorio irreal.

Sí, a veces hay elementos irreales, pero no creo que sea una ciudad tan loca como Nueva York o Estambul. Algo que me interesa mucho a nivel profesional es que se puede rastrear una historia de la literatura aquí. Hay una tradición literaria que ha amado a México y en la que se puede enlistar a Jack Kerouac y Thomas Pynchon, o Gabriel García Márquez y Roberto Bolaño.

Después de tu estancia, ¿cómo te involucraste en Lulu?

Martín y yo lo decidimos de una manera muy espontánea. En aquella época, Martín trabajaba mucho con proyectos de Estados Unidos y Europa, y le interesaba mucho comprometerse más con lo que sucedía en México.

Por mi parte, a mí me encantaba la idea de tener un espacio con un programa fijo, desde el cual se pudieran hacer contribuciones a la escena del arte de una manera constante y consistente.

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Al inicio, la galería era muy pequeña; el espacio solo contaba con nueve metros cuadrados. Nuestra principal intención era mostrar el trabajo de artistas que nunca hubieran expuesto en México o cuya obra fuera desconocida.

La idea fue presentar un arte particular para nosotros. En esas exposiciones no solo había obras que yo creía que faltaban en México, sino un arte comprometido de forma total con el aspecto plástico del trabajo: la escultura se presentó como escultura y la pintura como pintura… Para decirlo de otra forma: no eran piezas servidas por artistas conceptuales para comunicar ideas, sino que el fin era reflexionar sobre la pintura y la escultura como tales.

¿Cómo ha cambiado Lulu desde entonces?

Posteriormente se añadió un espacio de 12 metros cuadrados. Queríamos hacer algo pequeño e íntimo. En cada gran ciudad, la escena se divide en un lado comercial y otro institucional, y entre ambos lados hay proyectos pequeños. En México, las escenas comerciales e institucionales son muy fuertes, mas no estoy seguro de que hubiera esa brecha en la que cupieran los proyectos pequeños. Lulu ha tomado ese papel en la Ciudad de México y es un espacio en el que se puede ver a artistas nuevos provenientes de Europa, América Latina y Estados Unidos.

¿Qué tienen preparado para Material?

Lulu abrió un poco antes de la primera feria Material. En dicha edición hubo muchos proyectos independientes. En parte, Material ha sido una respuesta para las nuevas iniciativas de la Ciudad de México. Este año, presentaremos diez piezas de Enrique Ciapara, un grabador de Tijuana. Él tiene alrededor de 45 años y es un gran secreto del arte mexicano. No es muy conocido afuera de Tijuana.

Los grabados que presentaremos forman parte de una serie llamada “Vanitas”. Las vanitas son un motivo del arte clásico y representan la muerte a través de todo aquello que se pierde, que empieza a desintegrarse con la descomposición: flores, frutos. Las vanitas y la naturaleza muerta comparten ciertos elementos, pero no son lo mismo.

¿Cuál será la siguiente muestra de Lulu?

El 6 de febrero se inauguró “The Lulen- nial II: A Low-Hanging Fruit”, cocurada con Andrew Berardini. Se trata de una bienal sobre la fruta. Nos interesó la idea porque a estas alturas ya es un tema absurdo, ridículo y banal. El artista latinoamericano que juega siempre con la fruta ya es un cliché. Sin embargo, nos gusta la polivalencia de la fruta como símbolo: las obras expuestas se centran en la fruta a partir de la economía, el erotismo y lo queer.

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