“Rev(b)elada” es la nueva exposición del Museo Franz Mayer que trae por primera vez a México el trabajo de la fotógrafa autodidacta, reivindicada como ícono del street photography tras una vida envuelta en el misterio
En 2009, Vivian Maier falleció sin poder presenciar cómo su fotografía atrajo la atención del mundo. Aunque vivió de su trabajo como niñera, fue en sus horas libres que encontró el tiempo perfecto para llevar a cabo su pasión, llegando a acumular una cantidad colosal de imágenes (un aproximado de 150 mil fotos, más de 300 películas super-8 y más de 20 horas en cintas) que retrataron principalmente la vida en las calles de Nueva York y Chicago entre 1950 y 1995.
Comparada con fotógrafos como Walker Evans o William Klein, Maier vio su lente reivindicada cuando el historiador amateur John Maloof se encontró un contenedor lleno de sus negativos en una subasta en 2007; sin participar, puso más de 300 dólares para llevarse el material. A partir de ahí inició la búsqueda de la responsable de tan magníficas imágenes que terminó convirtiéndola en un fenómeno viral en 2010 y llevando su trabajo a exposiciones como “Rev(b)elada. Vivian Maier, fotógrafa”, presente actualmente en el Museo Franz Mayer hasta el 19 de mayo.
En palabras de la curadora Anne Morin, Maier “no era una cazadora, sino una pescadora”: en vez de capturar directamente lo que veía, era cuidadosa y planificaba lo que quería obtener. Eso mismo pide que se observe en esta exhibición a la que considera “una radiografía total del archivo” de la fotógrafa, aun cuando sólo cuenta con 200 piezas.
“¿Por qué Vivian Maier es tan única en la historia de la fotografía? Porque reúne tres facetas absolutamente extraordinarias. Primero, tenemos una obra colosal; recordemos que era una nanny y no tenía más perspectiva ni ambición en su trabajo fotográfico que capturar fotos cotidianamente.
“El segundo, para mí el más delicado, es que es un misterio, un enigma, algo que no podemos alcanzar del todo, porque se instaló en Nueva York de 1951 a 1956 y luego en Chicago hasta que falleció. Fue nanny siempre, pasó de casa en casa, estuvo al servicio de los demás, no tuvo raíces ni familia, ni siquiera una vida […]. Y la tercera vertiente es un descubrimiento in extremis, tenía una cierta tendencia a acumular (materiales y objetos)”, comparte Morin en conferencia de prensa.
Fue esta última característica por la cual se pudo conocer más de ella, incluso su rostro. Aparte de mostrar aspectos de la vida diaria tanto de la sociedad estadounidense como de sus niños, también le gustaba experimentar con el autorretrato, motivo por el que en la exhibición se encuentran espejos en diferentes formas y partes de los núcleos para invitar al público a jugar con su imagen.
Además, es posible conocer su voz ya que realizó algunas entrevistas a gente común que se escuchan en el lugar y revelan más de Maier, junto con algunas de sus filmaciones, proyectadas en pequeñas pantallas y al final de la exposición. Asimismo, hay algunos objetos personales como sus cámaras y sombreros.
Aun así, la galardonada en 2022 como “Curadora del año” en los Premios Lucie considera que armar este rompecabezas (que prácticamente comenzó desde que conoció el trabajo de la fotógrafa en 2011) tenía un límite: ¿hasta dónde puedes hablar de alguien que ya no está? “Sigue siendo un trabajo que tenía que efectuar con máximo respeto, máxima delicadeza y, sobre todo, no inventar una Vivian Maier que no había existido”.
Para Giovana Jaspersen, directora del Museo Franz Mayer, “Rev(b)elada…” es, además de una forma de honrar el tiempo que le ha dedicado Morin a Maier, un homenaje a la vida de Maier. “Es un ejercicio de reivindicación histórica”, expresa.
Mujeres en el Franz
“Rev(b)elada. Vivian Maier, fotógrafa” se ha presentado en Francia, Italia, Corea del Sur y, tras su paso por la CDMX, viajará a Nueva York. Trae consigo diferentes actividades relacionadas con esta, como visitas guiadas y talleres de fotografía. A su vez, esta muestra, junto con “En el sueño, la vigilia. De Alejandra España” y “Lola Cueto: hilo, papel y tijera”, es parte de “Mujeres en las salas del Franz”, una de las líneas de programación del museo.