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Medalla de oro al mejor meme

Por: Redacción

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Las competencias de arte han evolucionado hasta convertirse en el muestrario de disciplinas que forman la Ceremonia de Inauguración de los Juegos Olímpicos de París 2024

Por Gabriel Rodríguez Liceaga 

Leo con cierto asombro que entre 1912 y 1949 se realizaban competiciones de arte en los Juegos Olímpicos. Arquitectura, Música, Pintura, Escultura y Literatura. Tenían que ser piezas estrictamente inspiradas en el deporte.

¿Pueden imaginarlo? Esta historia es todo un anecdotario. Leo que el creador del Cristo Redentor de Río de Janeiro ganó oro olímpico por una escultura de boxeador. Leo sobre un atleta que ganó plata en Tiro y oro en Escultura.

¡Hay una mujer finlandesa que ganó un título olímpico en Literatura! Selma Lagerlof y Stravinsky fueron jurados en 1924. Las obras merecedoras de la gloria olímpica son, según el sitio oficial de los Juegos Olímpicos, imposibles de localizar. Están perdidas.

Lo primero que pienso es que sería genial que la atención planetaria que generan los Juegos Olímpicos estuviera también enfocada en la creación artística, que las naciones se sintieran orgullosas de sus escritores y pintores.

Que alguna empresa de telefonía celular le pagara a un escultor porque saliera en sus anuncios promocionales siendo ejemplo de tenacidad. Quizá pido demasiado.

Lo segundo que pienso es que de alguna manera estas competencias de arte han evolucionado hasta convertirse en el muestrario de disciplinas que forman la Ceremonia de Inauguración. Y que de hecho la de París 2024 será un parteaguas en la historia.

Hubo canto, coreografía, escenografía, cine, danza, animación, escultura… La ceremonia estuvo llena de instantes poéticos y metáforas visuales afortunadas, símbolos en rotación. También contuvo una ideología punzante y necesaria, un grito de cordialidad entre seres humanos. Un mensaje de unión, de amor, de dejar de temerle y atacar a los que son o creen en cosas diferentes a nosotros.

Además, en vez de encerrarla en un estadio con motivos y colores de un refresco de cola o de McDonalds, la ceremonia se abrió a las calles y las fachadas y los museos.

Hasta en cuestiones de transmisión en televisión en vivo fue historia pura. Duró muchísimo, involucró un ejército de hacedores del entretenimiento, de camarógrafos, de vestuaristas, productores, expertos en audio, etcétera, etcétera. Fue arte. Medalla de Oro en todas las disciplinas para la Inauguración de París 2024, cómo de que no. Ojalá la dejen colgada en Youtube para poder visitarla cada tanto.

Que haya provocado la ira de los religiosos sólo la dota de más poder simbólico. Mientras la gente busca símbolos satánicos en un puñado de almas vogueando, los atletas multiculturales que han ganado medallas, bailaron este sábado bajo la torre Eiffel. 

Éternité, en efecto. 

Qué bonito todo. Y qué reto para las inauguraciones de eventos deportivos masivos del futuro. No deja de ser doloroso pensar que si quisiéramos hacer una ceremonia afín en la CDMX para la Copa del Mundo en unos años, tendrían que bailar y cantar en el food court de Mitikah o en la planta baja de Reforma 222 o en el edificio de fayuca china en Izazaga. Lo que quiero decir es que nuestras ciudades necesitan menos centros comerciales y más espacios para el deporte y las artes. Quizá ya estoy mezclando cosas.