Este fin de semana se presenta en el Museo Tamayo la obra Fancy Lupe, una mezcla de teatro y performance que ya se ha presentado en varios foros de CDMX
A mitad de camino entre el performance y el teatro posdramático, Fancy Lupe, obra que se presenta el 9 y 10 de diciembre en el auditorio del Museo Tamayo, aborda el atentado que sufriera en plena actuación una compañía de teatro en 1981 a manos de un grupo radical de ultraderecha.
Platicamos con Pepe Romero, autor y director, sobre la pieza en la que decidió retomar ese capítulo tan ignominioso como poco conocido del teatro mexicano para su trabajo más reciente.
Con una constelación de elementos y un acercamiento muy particular desde el performance y el teatro posdramático, la puesta en escena nos sitúa en un país dispuesto a tolerar todo —que quemen su bandera, que rían de su himno, que desaparezcan a sus estudiantes y que sus ciudadanos sean vistos con menos precio más allá de sus fronteras—, menos la desaparición de uno de sus símbolos religiosos.
“Fancy Lupe tiene bases en el teatro posdramático, que yo empiezo a trabajar tanto con Martín Acosta como con Alberto Villarreal”, cuenta el director. “Después de trabajar con Villarreal, yo realizo Fancy Lupe. Hay un proceso de investigación y de montaje basado en el teatro posdramático.”
Mezcla de ficción y realidad
“(El teatro posdramático) es más divertido, estamos acostumbrados a un teatro aristotélico, que yo siento acartonado. Me interesa del teatro posdramático que la realidad se muestra constantemente. Deja el cartón de lado y muestra las cosas verdaderas, se exponen temas y cosas reales, del presente, de la escena y de los actores en ese instante. Me gusta jugar con esa idea de la irrupción de la ficción en la realidad y de la realidad en la ficción.”
Sobre el tono
“Además de teatro posdramático, se incluyen elementos de danza, de cabaret. Fue gracias al conjunto total de los creativos involucrados en la pieza que se alcanzó ese tono. Hay un tratamiento de dirección hacia un tono tragicómico.”
En torno al vestuario
“El vestuario fue realizado por Bárbara Sánchez-Kane, una diseñadora de Mérida que conocí a través de las redes sociales. La invité al proyecto y aceptó. Todos mis colaboradores —menos los actores— suelen ser gente que nunca ha hecho teatro. A Bárbara la elegí porque utiliza una performatividad grande en sus creaciones. Hay un contenido simbólico muy fuerte. Hay una intervención performática dentro de las propias piezas que vende, y eso me atrajo. No es moda por ser moda, es una moda que lleva un discurso”.