Una ciudad construida sobre lagos, extracción de agua del subsuelo, falta de mantenimiento y mucha basura son algunos de los principales problemas del drenaje capitalino
Todos los días te bañas, te lavas las manos y jalas la palanca del sanitario, pero ¿has pensado a dónde se va esa agua que acabas de desechar?
Vamos por partes: una vez que la usaste, el agua deja de ser potable y se vuelve residual y es cuando su ruta comienza. Primero pasa por la coladera de tu casa y al salir a la calle se encuentra con una tubería de 45 centímetros de diámetro y 10,237 kilómetros de largo que conforma la red secundaria y cubre al 92% de la CDMX.
El segundo sistema por el que pasa es la red primaria, un drenaje combinado entre agua residual y pluvial. Son tuberías de 60 cm a cuatro metros de diámetro, su longitud es de más de dos mil kilómetros y se forma por 128 sistemas colectores.
Una vez que el agua residual y pluvial llega a la red primaria, existen varios caminos: una parte se almacena en plantas de tratamiento dentro de la ciudad para uso local ya sea para el riego de parques y jardines, como para mantener los niveles del Lago de Chapultepec y los canales de Tláhuac y Xochimilco.
En el proceso de desalojo, el sistema de drenaje de la ciudad está unido a cuatro sistemas: el Tajo de Nochistongo, inaugurado en 1789; el Gran Canal del Desagüe puesto en marcha en una primera fase en 1900 por Porfirio Díaz. Está el Emisor Poniente de 1962 y los 50 kilómetros del Emisor Central inaugurado en 1975 y que sigue siendo el el principal componente del drenaje profundo.
Drenaje insuficiente
De acuerdo con el especialista en Ingeniería de Procesos e Hidráulica de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Iztapalapa, Agustín Breña Puyol, una vez que el agua empieza el desalojo, el primer punto de llegada es el Valle del Mezquital, en Hidalgo, donde, después de un tratamiento, se utiliza para riego de tierras.
“El resto del agua que en época de lluvias es mezclada y en estiaje solo es residual se desemboca en el Río Tula que es un aportador al Río Pánuco y de ahí se va al Golfo de México. Hemos hecho mediciones y desde la parte central de la CDMX a su descarga en el Golfo, recorre poco más de 513 kilómetros”, explica.
En un comparativo hecho por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) de 1975 —año en que se construyó la última gran obra para el desagüe— a 2008, determinó que la capacidad del drenaje está rebasada, pues su operación es 30% menor frente al crecimiento poblacional.
De acuerdo con Agustín Breña, el drenaje de la CDMX tiene una “incapacidad hídrica”, por una razón histórica: estar construida sobre los lagos de Texcoco, Xaltocan, Zumpango, Xochimilco y Chalco.
Tener una base fangosa provoca dos problemas permanentes: tener que desalojar toda la lluvia que cae para evitar inundaciones y adaptarse a los hundimientos diferenciales de la ciudad.
“A causa de los hundimientos, el agua residual y pluvial no se desaloja por gravedad sino por bombeo, el problema es que para eso se tienen que construir tanques de almacenamiento que nuevamente resultan insuficientes porque el líquido se sigue desalojando por las mismas tuberías insuficientes”, explica.
El eterno problema de la basura
Uno de los problemas más importantes del drenaje de la CDMX es la basura: los desechos que más se desalojan son los plásticos; el azolve —que son sedimentos y lodos—; el unicel y maderas; además de animales muertos, metales, hojarasca, grasas animales y desechos electrónicos.
Datos del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) indican que cada semana se extraen más de 1,170 toneladas de basura de diferentes redes. Tan solo de las presas de la capital salen 560 toneladas; del interior de la red de drenaje 470 toneladas de basura y de las plantas de bombeo hasta 140 toneladas.
Los mecanismos y protocolos de limpieza son tres: el desazolve en presas con equipos mecánicos que se realiza en la temporada de estiaje; para el retiro de desechos de las rejillas, atarjeas y coladeras de las vialidades primarias, el Sistema de Aguas dispone de equipos hidroneumáticos que recorren las vialidades durante la noche para dar mantenimiento y no afectar el tránsito; mientras que el tercer procedimiento es la limpieza de las plantas de bombeo que todos los días se hace de manera manual.
¿Podemos hacer algo?
Para evitar un colapso mayor del sistema de drenaje hay acciones que podemos cumplir, como mantener limpias las calles y no arrojar basura.
Si estás en tu casa o tienes un negocio no tires grasas ni aceites en las tarjas ni en las coladeras externas porque estas se adhieren a las paredes de los tubos y se obstruye el paso del agua. De acuerdo con el Sacmex, la única manera de recuperar el diámetro de las tuberías es raspándolas con ganchos, varillas, palas, picos y mangueras, lo que también termina por desgastarlas y fisurarlas.
Así como ellos, en la CDMX trabaja el único buzo de aguas negras del país, quien se sumerge en lo más profundo de la ciudad para hacer la misma labor, sumido en agua espesa y hedionda y en total oscuridad para remover los tapones de basura de los colectores de la capital. Y es que si los grandes tubos de la red primaria no quedan despejados, la ciudad podría vivir una inundación que afectaría los servicios y nuestra salud.
Una posible solución, de acuerdo con autoridades, sería la puesta en funcionamiento del Túnel Emisor Oriente que promete sacar 70% más del agua que actualmente se desaloja. Dicha obra lleva atraso de siete años y su costo se ha triplicado, sin embargo, la jefa de Gobierno y Conagua aseguraron que este mes queda lista.