Juan quiere convertirse en un comediante famoso. No importa que en el presente sea conserje y velador en un club de stand up en Nueva York, al menos está cerca de lo que le gusta. El problema comienza cuando su madre le avisa que ha conseguido la visa para ir a visitarlo. Mira cómo improvisará en la obra de teatro El síndrome Duchamp.
Esta puesta en escena tuvo su premier en 2015 y ha pasado tanto por nuestro país como por Singapur y off-Broadway (en Nueva York). Tal como su historia lo plantea, está cargada de humor, pero también trae consigo una visión diferente sobre la inmigración. En entrevista, los directores Ana Graham y Antonio Vega, quien a su vez es el dramaturgo y protagonista, nos cuentan qué encontrará el público.
¿Qué es lo que le ha permitido perdurar a esta obra y, al mismo tiempo, conectar con diferentes tipos de públicos?
Antonio Vega (AV): En México sentíamos que éramos el país de los migrantes, que vamos, que salimos a Estados Unidos y mandamos remesas. Cuando la presentamos en Nueva York, pues era el otro lado, el país que recibe a los migrantes y que los estereotipa. Ahora, después del 2015, han pasado varias cosas: toda esta cuestión de la caravana migrante, la presidencia de Donald Trump, etcétera, la vuelve más vigente que nunca.
Ana Graham (AG): Llegamos a la conclusión de que no solamente está vigente, sino que se volvió urgente en estos años hablar de la humanidad del migrante.
¿Qué otros temas quisieron abordar?
AG: Creemos más en un teatro que da puntos de vista, que plantea preguntas y que le da la oportunidad al público de desarrollar su propio mensaje que en un teatro que te quiere decir algo, dar mensajes o aleccionar. Este es un ser humano igual que tú y yo, y quiere lo que queremos todos: que nuestros padres estén orgullosos de nosotros, no importa la edad. Y luego hay una serie de subtemas alrededor de esto que es la soledad, la idea del éxito, la idea de alcanzar un sueño americano, la idea de dedicarte a lo que quieres, de ser amado, de tener amigos. Todos estos subtextos están alrededor de ser quien eres y ser aceptado.
El síndrome Duchamp no solo cuenta con actores, como María Kemp (que es la sombra de Juan) y Concepción Márquez (que presta su voz a la mamá del protagonista), también mezcla estilos como el clown, el stand up, títeres y el teatro de objetos para capturar la atención visualmente. Por ello, es posible ver 300 objetos en escena, como 20 títeres y hasta un circuito cerrado de transmisión.
¿Cómo es la dinámica que se lleva dentro del escenario?
AG: Es una dinámica muy enloquecida, si le preguntas a nuestras asistentes de producción. Todos los elementos que ves en escena juegan, tienen una función, algo que decir. Es un mundo de fantasía del personaje que tiene una gran imaginación.
AV: Y todo está por duplicado, triplicado o cuadruplicado, porque jugamos con escalas. El mismo personaje que interpreto yo está en varias escalas: con mi tamaño, uno de 40 cm, uno de 10 cm, uno de 5 cm y el títere más pequeño es de un par de milímetros. Para eso necesitamos el circuito cerrado, no es una elección estilística, sino que queremos que la gente alcance a apreciar estas miniaturas.
“Lo que nos importa es que durante una hora y media se desconectan de lo que está pasando afuera, se sumerjan en la historia de Juan y se dejen sorprender por los objetos”.
Antonio Vega, dramaturgo y actor
El síndrome Duchamp se presenta en el Foro Lucerna (Lucerna 64, esq. Milán, col. Juárez) los jueves y viernes a las 20:30; los sábados a las 19:00 y los domingos a las 18:00. El boleto cuesta 450 pesos en taquillas. Estará en cartelera hasta el 12 de marzo de 2023.
Teatro dinámico
Aunque no es nuevo, actualmente se ve una tendencia por presentar obras más interactivas, es decir, que rompen la cuarta pared y hacen al público sumarse a la historia. En el caso de Por Piedad Teatro, que ha presentado otras propuestas como Terror y Los Baños, no consideran que El síndrome Duchamp sea como tal interactiva, pero sí conectada al público.
AG: Tenemos un personaje, que es la mamá de Juan, a quien está dedicada esta obra, que no llega el día de la función y necesitamos a alguien del público que ocupe ese lugar. Pero hay otras partes. Hay una gran curiosidad del público por las miniaturas y entonces, afuera de la obra, desde que el público llega, hay una pequeña exhibición sobre el mundo de Juan en donde pueden encontrar todas las miniaturas. Es una manera de que el público pueda sentirse cerca.