El Shakespeare bajará el telón… Durante sus 35 años de trayectoria, este foro se convirtió en uno de los pilares del teatro independiente en la ciudad. En un par de semanas cerrará de manera definitiva
En 2016 y ante un panorama desalentador, los actores Itari Marta y Bruno Bichir tuvieron una pequeña victoria en la resolución de la demanda de desalojo de uno de los predios del Foro Shakespeare. El juzgado estableció que el 6 de octubre de 2018 sería la fecha límite para el cierre del teatro. Después el edificio será demolido para construir un conjunto departamental.
Una cronología de la vida del Foro empieza en el verano de 1983, año en que el proyecto comenzó; continúa en 1996, cuando su fundador Héctor Fuentes falleció y el proyecto fue traspasado a los hermanos Bichir, y salta hasta 2003, momento en que Itari Marta también empezó a dirigirlo. Durante los siguientes 16 años, Itari y Bruno dedicaron toda su energía emocional y material para impulsar el proyecto, le compraron la marca a Esther Grinberg —cofundadora del foro y viuda de Fuentes— y utilizaron su capital disponible para salvar al Foro.
Entonces, los teatros independientes eran escasos y el Shakespeare, alejado de su gremio, se encontraba en una situación económica delicada.
Ese fue el punto de partida de los nuevos directores y la confirmación de que, según las palabras de Itari, “no fue un lugar de un solo éxito”. A la distancia, cada paso conformó una serie de triunfos acumulados, desde la etapa inicial (que requirió el pago de las deudas y la remodelación del teatro) hasta los proyectos concretados (las lecturas dramatizadas, las primeras producciones, las iniciativas de impacto social, la apertura de los espacios urgentes y la recuperación del restaurante).
La dupla consiguió, a pico y pala, que el foro tuviera un lugar en la comunidad teatral. Sin embargo, hubo un objetivo mayor: con un ánimo generoso, ambos buscaron aportar y trascender en la escena mexicana, y su trabajo confirmó que hay vida y territorios creativos más allá del arte subsidiado. Entre los recintos independientes, el Shakespeare fue un pilar.
El final de esta etapa le sirvió a Itari para recordar una frase de los internos de la Compañía de Teatro Penitenciario de Santa Martha Acatitla: “Cuando viene la muerte, tienes que verla de frente y ella termina bajando la mirada”.
Para ella, este panorama nuevo es una prueba de fortaleza, que puede describirse con una frase definitiva: “El amor permanece aun cuando se termina”.
La transformación de una persona
En medio del gran esfuerzo para sostener al foro, los directores reflexionaron sobre el papel del arte en la sociedad. Era una duda auténtica y consciente de la situación del país y su contraste con un oficio que, en ocasiones, puede ser muy vanidoso.
“¿Nuestro único impacto es adornar espectaculares? ¿Nuestro trabajo sirve verdaderamente para algo? En mi caso, me sentía frustrada ante la situación del país: no soy policía, no trabajo para el gobierno; tengo pocas maneras de aportar algo a la sociedad y lo único que sé hacer es teatro”, continúa Itari.
De esta inquietud provendrían los proyectos sociales del Shakespeare: el Cuentero Urbano, un puente cultural que mostraba los relatos de los habitantes de distintas zonas de la Ciudad, la Compañía de Teatro Penitenciario y El 77 Centro Cultural Autogestivo.
Entre estas iniciativas, la compañía penitenciaría es la principal. Su historia comenzó con la llamada telefónica de una de las asesinas seriales más famosas de México al Foro Shakespeare. Fue en 2009, al otro lado de la bocina, Sara Aldrete —encerrada en el reclusorio— quería contactar a Itari Marta y a Bruno Bichir, quienes entonces difundían el trabajo de las compañías independientes.
Durante la llamada, atendida por Itari, Aldrete explicó que tenía una compañía de teatro en Santa Marta Acatitla y quería ser entrevistada.
Así fue como decidieron hacer un trabajo conjunto, una versión de Cats con la que Aldrete halló el eco de la prensa y que, debido a lo controvertido del caso, provocó que paralelamente el proyecto fuera frenado. Sin embargo, el germen de la Compañía de Teatro Penitenciario ya había brotado: la sección de hombres también hacía sus propias obras y quería apoyo.
“Lo que iban a ser solo cuatro sesiones iniciales, se convirtió en un equipo de trabajo de diez personas, el centro cultural El 77, una compañía interna y otra externa, puestas en escena y un cambio en el reglamento”, cuenta Itari.
La cárcel se había revelado como un campo para profundizar en la condición humana, ver concentrados los vicios de la sociedad y catalizar el potencial del teatro: “La transformación de una persona es un proceso largo y sutil”.
Además, los internos obtuvieron un ingreso seguro gracias a una actividad cultural. En el camino, mientras interpretaban a William Shakespeare y Samuel Beckett, dejaron la droga, se volvieron más sensibles y al terminar la condena, en lugar de enfrentarse a una sociedad clasista que nunca los redimiría, encontraron en el teatro un oficio regular.
“Si vivir del teatro es una utopía y nosotros nos dedicamos a esto, quienes salen de prisión quizá tienen la posibilidad de hacer cualquier cosa que se propongan”, concluye.
En la página www.foroshakespeare.com se pueden consultar las fechas y los horarios de sus últimas temporadas.