Hasta ahora, la agencia de modelos Güerxs es la única en el país que se ha atrevido a contratar personas alejadas del perfil caucásico que predomina en la industria de la moda.
Cada que María Osado abría revistas de moda sucedía lo mismo: una ráfaga de fotos desfilaba frente a sus ojos. Todas presentaban modelos rubias, de 1.80 metros, hiperdelgadas, de rostros simétricos, piel perfecta, nariz respingada y labios pequeños. Ella, morena de ojos verdes, cejas pobladas, labios gruesos y cabello ondulado, no se sentía identificada. La escena se repitió toda su adolescencia.
“A esa edad, en vez de ponerte en una postura crítica, te bajonea; impacta en tu autoestima”, dice. Hoy usa una camisa negra holgada —la vio en un puesto de comida rápida, le gustó y la compró— acompañada de pantalones de mezclilla anchos y tenis negros: un estilo que, en ella, parece genuino. “Con el tiempo entendí que no era un problema mío, sino un tema social. Entonces seguí por esa línea y me pregunté cómo podríamos proponer algo diferente. Así surgió Güerxs, un proyecto que busca la diversidad dentro de la industria de la moda en México”.
El nombre de su agencia de modelaje tiene un giro irónico, nombra justo al estereotipo físico del que se aleja. Para María, esta palabra lo abarca todo: habla de clase, de raza, de género y de México. “A mí me han dicho güera en el mercado. Creo que en la calle tiene una definición muy ambigua; justo así percibo a la belleza y así quiero que sea la agencia”.
En un principio, cuenta, la agencia fue un experimento. Sus primeros modelos fueron amigos, compañeros de su preparatoria o conocidos cercanos. Después, si le llamaba la atención el rostro de alguien en una fiesta o en la calle, lo invitaba a sumarse. Su otra gran fuente de talento son las redes sociales, Instagram sobre todo. María busca en la periferia de la ciudad para evitar zonas como Roma, Polanco o Condesa, porque su idea es representar esos rostros que no aparecían en una revista de no ser por su curiosidad.
Hoy, Güerxs ya no es un proyecto amateur. La agencia tiene firmados a 10 modelos y ha trabajado con marcas nacionales (Barragán, Ready To Die) e internacionales (Nike y H&M). También ha sido parte de Mercedes Benz Fashion Week México y ha colaborado en contenidos editoriales para medios como L’Officiel México, i-D, Meow Mag, Sacrifice y WWLTD.
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El racismo en la moda mexicana
Sucedió horas antes de un desfile de moda: era uno de los primeros a los que asistían los modelos de Güerxs. María recuerda que antes de caminar sobre la pasarela les negaron la entrada. Los detuvieron en la puerta por la que se ingresaba —a los modelos blancos los dejaron pasar sin decirles una sola palabra—, después los interrogaron: “¿quiénes son ustedes?, ¿a dónde van?, no son modelos, no parecen modelos”. Cuando se arregló el “malentendido”, nadie les ofreció una disculpa, solo se quedaron en silencio, sin saber qué decir.
“Gran parte de la postura de la agencia parte del racismo”, explica María. “México es un país innegablemente racista, porque la gente se compra este ideal blanco en todo lo que ve. Y sí, ha habido experiencias en las que a los chicos les han hecho sentir que no son modelos. No creo que sea fácil cambiar, pero es necesario hacerlo”.
Directa o indirectamente, tanto ella como los modelos se han enfrentado al tema racial. Recuerda, por ejemplo, leer una editorial en la que se decía que Issa Lish —una de las modelos nacionales más cotizadas— tenía la fortuna de no parecer mexicana.
En la industria de la moda, la apariencia hispánica, oriental o afrodescendiente todavía se considera exótica. Los números hablan por sí solos: un reporte realizado por The Fashion Spot registró que en las campañas de moda del primer semestre de 2016, 78.2% de los modelos eran blancos, 8.3% negros, 4% asiáticos y 3.8% hispanos.
“¿Por qué mis modelos son referidas como exóticas si vivimos en un país en el que 90% de la gente tiene la piel morena?”, se pregunta María, para quien la situación resulta absurda. “No tiene ningún sentido exotizar lo local. Además, lo local es muy diverso, y el gran problema es que la mayoría de estos rostros no están siendo representados”.
María dice que siente que lleva dos vidas: una en la que maneja Güerxs y otra como estudiante de Arquitectura. Y es optimista: cuenta que cada vez más fotógrafos, diseñadores, maquillistas y estilistas creen y se han sumado a Güerxs.
Tampoco es una cruzada solitaria. La industria parece haber hecho un examen de conciencia en los últimos años. En el 2015, por ejemplo, Rihanna se convirtió en la primera modelo afroamericana de Dior. Otros diseñadores como Alessandro Michele, de la firma Gucci, o Olivier Rousteing, de Balmain, han logrado que tanto sus pasarelas como sus campañas sean racialmente más diversas. Aun así, no es suficiente para afirmar que la industria de la moda es incluyente.
“Falta mucho, yo todavía quiero incluir el tema generacional (es decir, modelos mayores), de identidad de género y lo corpóreo”. Para María, el tema racial en el modelaje es solo un primer paso para ampliar el significado de belleza: “México es muy grande y eventualmente me gustaría poder representar a gente de otros estados. Todavía nos falta para llegar a ese punto, pero creo que hay muchas cosas pasando afuera de la ciudad. Me gustaría descentralizar la industria, esta perspectiva a futuro me parece cada vez más emocionante”.