Alejandro participará este domingo en el Maratón de la CDMX, un reto en el que quiere sacar fuerza de su debilidad visual
FOTO: LULÚ URDAPILLETA
Correr ha sido su inspiración para superar metas personales, laborales y deportivas. Cuando Alejandro Moya siente el aire en el rostro y la energía en las piernas, sabe que está en el lugar correcto: la pista que lo llevará a superar sus propios miedos.
“El mayor reto es terminarlo. Veo la meta como la afirmación de un amor propio. Cuando perdí la vista, me hice consciente de que no había imposibles. Es una prueba de mí mismo contra esta discapacidad”, dice Alejandro, quien desde hace un año se prepara para correr los 42 kilómetros del Maratón de la Ciudad de México.
Alex perdió la vista hace cinco años por una enfermedad llamada amiloidosis ocular. Ahora solo percibe sombras y siluetas. Figuras sin definición. Todo es borroso en su andar, pero su convicción es muy clara: concluir su primera carrera larga como atleta profesional y demostrarle también a Los Halcones —grupo de corredores donde participa— que sí se puede.
“Voy a acabarlo y no será en función del tiempo, sino de disfrutarlo. Entender que ha sido un trabajo en equipo porque no voy solo, hay personas que nos ayudan. Esta carrera en particular será como cerrar un círculo fraternal”, comenta orgulloso sobre el grupo que lo impulsó a convertirse en uno de los cuatro que representará a su organización en la categoría de personas con discapacidad visual este fin de semana.
“Me avientan como punta de lanza porque estoy haciendo buen tiempo. Nos eligen por capacidades, por actitud, por esfuerzo”, agrega el hombre que saldrá el próximo 27 de agosto desde el Zócalo del Centro Histórico hacia el Estadio Olímpico de Ciudad Universitaria con la intención de romper su propia marca, más de 30 kilómetros de recorrido. Sin pausas, sin límites.
Alejandro también ha participado en la 37 edición del medio maratón del Día del padre, el medio maratón organizado por ESPN, el medio maratón de Banorte y otra carrera en Veracruz, todas en 2017. A sus 35 años de edad, se define como un hombre perseverante y práctico, que busca las herramientas necesarias para adaptarse al camino por el que sus pasos lo lleven.
Cuenta que los límites están en la mente de uno mismo y en la falta de información. Estudia computación, algo que creyó imposible “por desconocer las posibilidades que hay para todos”. También es masoterapeuta y deportista, pero por ahora es un profesional al que le gustaría participar en una Olimpiada.
“Cuando pierdes la vista, te recomiendan que hagas ejercicio para tener confianza y moverte sin miedo. Lugares como los gimnasios me dan claustrofobia y dentro de la misma discapacidad pienso que me limitan. Corriendo creo que avanzo, que voy hacia adelante, algo que no sentía cuando veía”.
Guía para avanzar
Cada sábado, Alejandro y Andrea Soria —entrenadora guía— se encuentran en la Estela de Luz, en avenida Paseo de la Reforma, a las siete y media de la mañana. Mientras se dirigen al Altar de la Patria en el Bosque de Chapultepec, donde primero realizan ejercicios de calentamiento, hablan sobre la rutina, su estado físico y mental, del ritmo y los pendientes por corregir.
Alex toma el brazo de Andrea, quien ha decidido guiar sus pasos durante la carrera y ha entrenado con él cada fin de semana para conocerlo, aconsejarlo y sincronizar sus movimientos. Caminan, hacen flexiones y corren juntos. Están atados de las manos con una pequeña cinta porque de esa forma se coordinan mejor.
“Tengo que confiar totalmente en mi guía, ella va a ser mis ojos. Habrá mucha gente y no puedo correr a diestra y siniestra porque me puedo caer. Andrea me avisa si hay obstáculos o me indica si hay que rebasar, si la calle tiene hoyitos…”.
Este maratón se caracteriza porque los últimos kilómetros son en pendiente, un nuevo reto para Alejandro. Acepta temer un poco por la resistencia de su cuerpo, lo siente, lo revive y se nota en el movimiento inquieto de sus manos y pies cuando lo comenta, aparte de la pequeña lesión que se hizo hace una semana por intentar incrementar la velocidad. Nada grave, considera. “Espero se pase la molestia para ese día, si no, será un poco más complicado, pero yo tengo la culpa por alocarme”, reconoce.
Pero para el corredor, la rapidez y el aguante de su cuerpo no son el mayor obstáculo. La complicación más grande es trasladarse y entrenar en una ciudad poco sensible a las personas con discapacidad visual. Un tema que considera ha avanzado en términos de accesibilidad de las calles, pero sabe que aún falta por hacer, sobre todo desde la voluntad de las personas. “La gente luego no nos respeta, pero no lo hacen por dañarnos o porque digan ‘no quiero que caminen ahí los ciegos’, es que les falta información, por ignorancia. No saben cuáles son nuestras necesidades”.
Para la competencia del próximo domingo, Alex solo quiere llegar a la meta, y no está en sus planes esperar un año para correr de nuevo, quiere seguir preparándose para romper tiempos, pero con él mismo. “Después del maratón, quiero buscar más pasiones, y si me dicen que no se puede, buscaré las herramientas para adaptarme. No voy a quedarme estático porque el que no se mueve se inutiliza”.
En cifras:
- 61 mil pesos ganará el primer lugar de los competidores con discapacidad visual.
- 34 ediciones del Maratón de la Ciudad de México se han llevado a cabo.
- 40 mil corredores participarán el próximo 27 de agosto en el Maratón de
la CDMX.