¡Bajen el volumen!

Las colonias Roma y Condesa son las que acumulan más quejas de vecinos por el ruido de los establecimientos ahí ubicados.

El escándalo proveniente del antro Ink Studio, en la calle Frontera 88, en la colonia Roma Norte, era tan intenso desde las 10 de la noche hasta las seis de la mañana, de miércoles a domingos, que no dejaba dormir a los vecinos.

La situación dio vida a la cuenta de Twitter Vecinos Insomnes (@manginod), en la que usuarios se quejaban y denunciaban lo que ocurría en este lugar.

A él solían llegar unas 700 personas que —según cuentan colonos que piden el anonimato— escuchaban música estridente, causaban desmanes, colocaban sus autos de lujo en las entradas de las casas y hasta disparaban al aire.

Lo que había iniciado hace 10 años como un salón de fiestas, El Barón, devino en foco de intranquilidad para los habitantes de la calle, primero como antro, Club 88, y ahora como Ink Studio, un after disfrazado de oficinas de día, que operaba desde octubre de 2014 sin el uso de suelo autorizado, cerca de un hospital y una escuela y violando o sorteando clausuras una y otra vez.

Algo similar se vivió en Bajío 34, en la colonia Roma Sur, en el primer piso de un edificio de tres, donde las fiestas de música electrónica con menores de edad duraban de martes a domingo. El ruido, la venta de droga, los portazos y los pleitos callejeros hartaron a los vecinos de alrededor, quienes presentaron una denuncia ante la Procuraduría General de Justicia del DF.

Estos casos ejemplifican un problema común en la Roma, colonia que encabeza la lista de denuncias por ruido ante la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT). De los reportes que recibe la institución, 20% corresponde al ruido, la segunda causa debajo de las violaciones al uso de suelo (33%).

Por la gran cantidad de negocios con vida nocturna que desde hace unos años tuvieron un boom en la colonia —donde existen más de 90 antros y 276 restaurantes—, desde enero de 2014 a la fecha la Roma ha acumulado 126 denuncias por contaminación auditiva.

Le siguen las colonias Condesa (79), Centro (62), Del Valle (56), Narvarte (36), Hipódromo y Juárez (con 30 cada una).

Dentro de estas zonas, la mezcla de vivienda y comercio “ocasiona un combate permanente de vecinos que no pueden dormir frente a establecimientos que buscan sobrevivir”, dice Jimena De Gortari, experta en contaminación sonora de la Universidad Iberoamericana (UIA).

Oídos sordos al problema

La investigadora y su colega Fausto Rodríguez, académico de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Azcapotzalco (UAM-A), coinciden en que, además de que a la PAOT le hacen falta atribuciones para actuar más contundentemente, pues las sanciones que impone sólo son multas, la legislación del Distrito Federal es laxa y permisiva y el proceso para atender una queja es largo y tortuoso.

“En otras partes del mundo, las sanciones son de cárcel. En España, si un vecino demuestra que tiene problemas de salud derivados del ruido del bar debajo de su casa, el dueño se va a la cárcel por años”, señala la especialista de la Ibero.

Ambos expertos dicen que también hace falta legislar para que las construcciones incluyan materiales que atrapen el ruido o aíslen el que viene de fuera.

Afirman que en México no existe la conciencia sobre la nocividad del ruido y no se le da la importancia que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya le dio al considerarlo un problema de salud pública. Ninguna dependencia de salud mexicana tiene políticas públicas sobre el tema y no hay campañas para promover la disminución del ruido entre los ciudadanos.

“Todavía se ve al ruido como una consecuencia de vivir en la ciudad, no se ve como un mal o como un contaminante. Y hay que cambiar el chip”, explica la investigadora De Gortari.

De acuerdo con la OMS, el ruido nocturno afecta el sueño y dormir mal puede desencadenar problemas graves de estrés, irritabilidad, neurosis, afectaciones cardiacas, bajo rendimiento escolar y laboral e, incluso, la pérdida acelerada de la capacidad auditiva.

“Lo que pasa es que el oído funciona las 24 horas del día, incluso cuando dormimos”, dice De Gortari.

Hoy, en la colonia Roma, los vecinos de la calle Frontera saben que el Ink Studio está cerrado. Lo clausuró el Instituto de Verificación Administrativa del DF (Invea) por no tener uso de suelo autorizado, gracias a la intervención de la Comisión de Derechos Humanos del DF (CDHDF), después de que ninguna autoridad hiciera caso de las quejas.

Sin embargo, ahora el temor de los colonos es que la delegación Cuauhtémoc permita al lugar abrir de nuevo —sea por las influencias de los dueños u otro motivo— y que esto los lleve a padecer de nuevo sus altos decibeles.

Alternativas

En la capital, un ciudadano puede acudir ante distintas instancias locales para quejarse del ruido:

  • Una opción es recurrir a la PAOT, en persona, al teléfono 5265-0780 o en su página web, www.paot.org.mx. Otra es ir ante la Procuraduría Social (Prosoc).
  • También existe la alterativa de acudir ante un juez cívico, tras reportar el ruido con un policía. Según la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal, el ruido es considerado una falta a la tranquilidad de las personas.

En espera del Mapa de Ruido

En 2011, la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) presentó la primera etapa de su Mapa de Ruido. En él dio a conocer que entre las vialidades más ruidosas de la ciudad están las cercanas a La Raza, en el norte, y las próximas al aeropuerto, en el oriente. Entonces se anunció que se comenzaría una segunda etapa para analizar el ruido en localidades. Incluso, se instalaron estaciones de monitoreo sonoro, pero aún no reinicia la colaboración anunciada entre la UAM y la Secretaría de Medio Ambiente capitalina (Sedema).