Alejandro Montiel, quien encarna al personaje de El Escorpión Dorado, en su casa, estudio. Foto, Lulú Urdapilleta

Alejandro Montiel, quien encarna al personaje de El Escorpión Dorado, en su casa, estudio. Foto, Lulú Urdapilleta

5 de enero 2017
Por: Tatiana Maillard

Como si fuera fácil youtubear

La disciplina de parecer desordenado y las palabrotas bien pensadas son la clave que llevó al Escorpión Dorado al éxito en internet

La disciplina de parecer desordenado y las palabrotas bien pensadas son la clave que llevó al Escorpión Dorado al éxito en internet.

FOTO: LULÚ URDAPILLETA

Al menos cuatro millones de suscriptores —repartidos en dos canales de YouTube—, esperan semana con semana una nueva entrega, un nuevo video, la misma pared cubierta con un collage de mujeres en ropa interior, la misma máscara de luchador, la familiar voz de helio, el acostumbrado vello que emerge de la camisa descubierta, el torrente de groserías dosificado en 10 minutos, la exclamación de un silogismo repetido como mantra: “Chingadavergaputacola”.

El Escorpión Dorado es un youtuber en la plenitud de sus treinta. Malhablado y bully. En sus videos se mofa del aumento a los impuestos, enfurece ante la reacción gubernamental por la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, pendejea (literalmente) a Eugenio Derbez y sugiere que su hija Aislinn es en realidad su padre, pero travestido. Todo esto, sin decir una sola palabra que no sea una leperada.

Cuando el Escorpión no graba videos junto a Panteón Rococó para exigir la legalización de la marihuana lúdica o sube un especial de estrellas porno, sale de gira con el show del Tenorio Cómico, o es contratado en el aniversario de un men´s club poblano.

“Es bien fácil ponerte una máscara, decir groserías y volverte famoso”. El que habla es Alejandro Montiel que, cuando no usa la máscara del Escorpión, se expresa en un español ya no digamos moderado en las palabrotas, sino comprensible: “O eso es lo que me dicen”.

Sus casi dos metros de estatura se encorvan en un sillón que da al muro decorado con retazos de imágenes de mujeres. Eleva las cejas y sonríe de manera irónica: “Si cualquier peladito lo puede hacer, ¿por qué no hay más personas volviéndose famosas? ¡Es tan fácil!”.

No lo es. Sin bromas, desprovisto de la voz de caricatura, Alejandro apunta con el dedo índice: “Tienes que tomarte las cosas serias en internet. Necesitas profesionalismo y disciplina. Cada semana debes subir un nuevo video, porque la gente lo está esperando. Y cuando te dé hueva cumplir, ellos se van a ir. Y debes hacerlo solo, porque esto no es la tele”.

Habla por experiencia. Antes de incursionar en YouTube, Alejandro Montiel trabajó para el programa Planeta Tres, de Televisa, y Famosos en Jaque, de TV Azteca. Su motivación, dice, era entretener e informar.

“Lo que yo hago cabe en el amplio espectro del periodismo lúdico”, dice.

Un trabajo que, en su paso por televisión, consistía en asistir a la inauguración del segundo piso del Periférico vestido de smoking y con una botella de sidra para celebrar, o en conseguir que una famosa “se encuerara” a base de echar volados con él.

Era la mitad de la primera década del 2000, el tiempo en el que YouTube comenzó a popularizarse en México. Cuando trabajaba en TV, Alejandro buscaba por ese medio a jóvenes músicos que subían sus videos interpretando covers, para invitarlos a tocar con sus bandas favoritas en un programa llamado Motorockstar.

Después, su hermano Gabriel abrió su propio canal de YouTube. Para mayores referencias, Gabriel es Werevertumorro, uno de los youtubers mexicanos más populares con más de 12 millones de suscriptores.

“Me involucré con él, hacía sugerencias, editábamos y producíamos, mientras otros chavos sólo prendían la cámara y hablaban de manera random: sin temática, sin un sentido específico. Hasta que un día decidí ponerme la máscara”, dice.

En sus inicios, el Escorpión era, según Alex Montiel, una burla a los trolls de la red.

“Él representa todo lo que odio. Es nefasto. Cuando la gente me dice que le caga, yo digo: pues chido, porque a mí también. Pero la gente le agarró el gusto, el personaje creció, también la chamba”, explica.

Los temas mutaron: de las groserías sin límite, pasó a las groserías, pero criticando videos en la red y finalmente a las groserías aplicadas a noticias del momento.

“Lo que yo trato de hacer diferente, si tal palabra cabe, es aprovechar la naturaleza viral de las redes sociales. Y con una bola de pendejadas y groserías hablar de temas que importan. Invitar a la gente a no aceptar las cosas como son”, dice.

¿Es fácil prender la cámara y subir el video a YouTube? No tanto, explica. Cada video semanal del Escorpión cuenta con el apoyo de cinco personas dedicadas a edición, grabación y audio. Y la labor se multiplica con los canales que maneja Alejandro Montiel: tres dedicados al cine y dos protagonizados por el Escorpión Dorado.

“Es una partida de madre y hay que ser profesionales”, reconoce.

Pese a los éxitos, el Escorpión Dorado no es el trabajo que más satisface a Montiel: “Mi canal favorito es Combo”, donde, al igual que en La Lata y Combo USA, ofrece contenido sobre cine. Pero mientras una entrevista con Alejandro González Iñarritu llega a 117 mil visualizaciones; un video del Escorpión titulado “Putas y súbditos” alcanza el millón de reproducciones.

“Es frustrante, pero es parte de la libertad: la gente decide qué ver y qué no. Hay cosas muy chidas que me ha dado el Escorpión. En algún momento me voy a cansar de interpretarlo. Me voy a dar cuenta de eso. Pero mientras exista YouTube, yo seguiré haciendo mis programas. Esos espacios son míos”, dice Alejandro Montiel.

En cifras:

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