La cifra de farmacias que dan consultas baratas o gratis va al alza. Te decimos qué reglas deben acatar y a quién reportarlas si no es así.
Alfredo se sintió resfriado una noche, por lo que decidió ir al médico a la mañana siguiente. Está afiliado al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) pero, por temor a perder mucho tiempo y llegar tarde al trabajo, optó por no ir ahí, sino al consultorio de una farmacia ubicada a dos cuadras de donde vive, en el sur de la ciudad.
“Si voy al IMSS pierdo toda la mañana, si no es que incluso el día completo. Y lo que tengo es algo sin importancia, pero igual me recetaron antibióticos y aproveché para comprarlos [ahí]”, dice.
Por practicidad, Ana Lucía también ha recurrido a estos lugares. Recientemente acudió a uno de ellos para que un médico revisara a su hijo por un malestar estomacal.
“[Prefiero esto] que ir con mi médico familiar, donde sin cita no te atienden y tienes que esperar todo el día a que se abra un espacio y te revisen”, dice la mujer, quien esperó unos 20 minutos para ser atendida.
Al igual que ella y Alfredo —ya sea por economía, por rapidez o porque creen que los servicios de salud públicos están saturados—, numerosos capitalinos optan por acudir a los consultorios adyacentes a farmacias. Se trata de un esquema en el que las empresas del sector invierten desde mayo de 2010, luego de que se regulara la venta de antibióticos sin receta médica.
En ese entonces, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), encargada de establecer las reglas de operación para este tipo de establecimientos, contabilizó cuatro mil 730 farmacias con consultorio en todo el país. Cuatro años más tarde, la cifra había ascendido ya a más de 15 mil.
En la capital, la Asociación Nacional de Farmacias de México (Anafarmex) estima que existen seis mil 600 farmacias, de las cuales al menos la mitad cuenta con consultorios que ofrecen orientación médica gratuita o con un costo que nunca rebasa los 100 pesos.
Antonio Pascual, presidente del organismo empresarial, asegura que, en todo el país, estos establecimientos realizan un promedio de 10 millones de consultas al mes, más de las que hace el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
También afirma que estos consultorios ayudan a disminuir el flujo de pacientes en las instituciones públicas y permiten a la gente atenderse con rapidez enfermedades que no son graves.
“Este formato está ayudando en padecimientos menores, la población acude a este servicio porque tiene la facilidad de que es algo así como una atención exprés en males menores. No hay esquemas de especialidad o para enfermedades crónico-degenerativas”, dice el empresario.
Cómo saber si están en regla
Para poder operar, estos consultorios deben cubrir requisitos mínimos fijados por la Cofepris. Algunos de estos lineamientos son tener una sala de espera con capacidad para alojar a cuando menos seis personas, contar con un sanitario y con una sala de exploración delimitada, llevar una bitácora de los pacientes y un expediente clínico, y que los médicos tengan a la vista su título y su cédula profesional.
“Hay que perder la pena y pedirle que se identifique con su título y su cédula. Lo comento de esa forma tan clara porque, en muchas ocasiones, [los pacientes] pueden estar siendo atendidos por estudiantes o, por qué no decirlo, muchas veces ni personal médico es”, explica José de Jesús Trujillo, director general de la Agencia de Protección Sanitaria de la Secretaría de Salud local (Sedesa).
En la capital, esta es la institución responsable de vigilar que los consultorios de las farmacias cumplan con los requisitos de la Cofepris. En caso de que un ciudadano encuentre una irregularidad, puede reportarla al teléfono 5741-0590 o a la cuenta de Twitter @AGSANITARIA.
Las malas prácticas
De 2014 a la fecha, la agencia de la Sedesa ha detectado que la principal falta en la que incurren estos lugares es que el consultorio esté comunicado con la farmacia.
“Era una práctica muy común. Llegaba el paciente a consulta, se expedía la receta y lo que hacían muchas veces era decirle: ‘Pase aquí, a un lado está la farmacia y súrtala’, o incluso por ventanas pasaban la receta, les surtían y ya les cobraban. Eso está prohibido”, dice Trujillo.
Otra de las irregularidades más comunes es que se obligue a los pacientes a comprar medicamentos en el mismo establecimiento del consultorio.
De las 71 farmacias suspendidas en los dos últimos años —durante los cuales la Sedesa ha hecho 554 verificaciones—, la mayoría de los sitios fue sancionada por estas dos causas.
Cuestionado sobre el tema, Pascual reconoce que el sector sólo tiene certeza de que 60% de los consultorios anexos a farmacias cumple con todos los lineamientos de la Cofepris. Sin embargo, asegura que hay avances en esta materia y que, en julio, se aplicará un convenio con autoridades para hacer que cada empleado de farmacia cuente con una certificación laboral que impida malas prácticas.
En cifras
- 6,500 farmacias existen en la Ciudad de México, según estimaciones del sector.
- 50% de ellas cuenta con un consultorio que da servicio gratuito o a bajo costo.
- 71 farmacias con consultorios han sido suspendidas desde 2014 a la fecha, según autoridades.