Desde las alturas, la cancha parece no pertenecer al municipio donde se encuentra: su vibrante tapizado a dos tonos de azul choca con el resto de la manzana que, en vista área, es una amalgama gris sin aparente principio ni final. Se trata de La Doce y es, quizá, una de las cosas que necesitaba Valle de Chalco Solidaridad, una de las regiones más marginadas en la zona conurbada de la Ciudad de México.
Según el Coneval, de sus más de 266 mil habitantes, solo 46 mil no se encuentran en situación vulnerable o de pobreza. Este es uno de los factores por los que, desde 2015, se considera una de las entidades de “alto riesgo” del Estado de México. De hecho, La Doce era uno de los “focos rojos” de la zona. Por su falta de alumbrado y el abandono en que estaba, fungía como ring de pelea para las tres secundarias cercanas por las tardes y como punto de concentración para la venta, compra y consumo de drogas por las noches.
Hoy es un espacio recreativo en forma que incluye la cancha, equipos de gimnasio y talleres de ajedrez. Pero más allá de esto, La Doce se ha convertido en un emblema de la región y en un modelo que podría replicarse en otros espacios públicos del municipio.
Construir mediante sinergias
Entender La Doce es imposible sin conocer sus múltiples inicios. Por un lado, se encuentra la asociación civil Natlik, conformada por cinco vallechalquenses interesados en fortalecer e impulsar el talento y desarrollo del municipio. Se trata de Luis Enrique Martínez Barrón, Pablo Herrera Nila, Fernando Espejo Arroyo, Alfredo Gómez López y Daniel Banda, quienes contactaron a Emilio Martínez, representante de Love Futbol, organización dedicada a crear espacios para practicar este deporte y fomentar, al mismo tiempo, la unión en la comunidad.
Para su construcción se realizó una licitación en la cual sobresalió la propuesta de All Arquitectura, un despacho arquitectónico fundado en 2013, cuyo compromiso con la acción social y atención al diseño le ha ganado diversos reconocimientos nacionales e internacionales. La conexión y los intercambios de conocimiento hicieron posible este terreno de juego, pues como explican Alejandro Guardado y Eduardo Ugalde, de All Arquitectura, la vinculación con las asociaciones locales facilitó el acercamiento y diálogo con la comunidad, así como el entendimiento de sus necesidades, aspectos necesarios para todo proyecto social.
Unificar la diversidad a través del espacio público
En los 46 kilómetros cuadrados del Valle de Chalco Solidaridad, confluyen 44 de los 68 pueblos indígenas del país. Así, construir una identidad resulta una ardua y difícil labor. Previo a la construcción, realizaron mesas de diálogo con los vecinos para definir qué se necesitaba y se deseaba de ella. Posteriormente, se convocó a dos jornadas de voluntariado en las cuales participaron más de 150 personas.
“Este tipo de actividades hace que la comunidad se apropie del espacio y eso, en consecuencia, la incita a erradicar las problemáticas con acciones que van desde llamar a la policía hasta organizarse en redes vecinales para vigilar, limpiar y gestionar el espacio”, cuenta Alfredo Gómez.
Aunado a esto, se buscó que el diseño también reflejase la identidad del Valle de Chalco. Y se nota desde la representación del escudo del municipio en el mural que da la bienvenida a la cancha hasta la inclusión de un espacio que permitiera filtrar el agua al subsuelo para ayudar al crecimiento de la laguna de Xico. “Nosotros creemos que la arquitectura y un buen diseño deben estar al alcance de todos y no solo de quienes puedan pagarlo”, explica Alejandro Guardado. “Ahora, ya probamos que es posible, siempre y cuando la sociedad esté involucrada”.
Una historia de solidaridad
El municipio 122 del Estado de México tiene una larga historia de participación ciudadana, remontándose, incluso, a sus propios orígenes. El Programa Nacional de Solidaridad fue un proyecto integral para combatir la pobreza extrema en todo México a partir de la sociedad civil, el primer beneficiario fue el Valle de Chalco. Esto dio pie a un nuevo movimiento, demandando la creación del municipio libre 122 del Estado de México.
En 1994, esta exigencia fue concedida y ahora, 23 años después, el espíritu fraterno de la comunidad se hace presente otra vez. Ahora, con un propósito diferente: erradicar la violencia que acecha sus calles y unificar a su población mediante balones y diseño, con el trabajo conjunto y el impulso de talentos deportivos y culturales.
El impacto de La Doce ya se refleja en los niños que han mejorado en la escuela como parte de su entrenamiento, pues para entrar deben tener buenas calificaciones; en los jóvenes que se han alejado de las drogas, intercambiándolas por el deporte y en el compromiso social renovado de los habitantes del municipio. Pero también se espera poder magnificar el alcance, remodelando una biblioteca y un centro de rehabilitación que se encuentran contiguos. Así, la cancha es mucho más que esto, parece más bien un símbolo de la unión en Valle de Chalco.