En las cárceles de la zona metropolitana de la Ciudad de México, asesinos y secuestradores están ‘mezclados’ con un buen número de expolicías y exmilitares.
Según el Reporte Histórico de la Población Carcelaria en el Distrito Federal y el Estado de México, elaborado por académicos del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), en 2013, 11.6% de los reclusos fue policía o militar antes de ser encarcelado.
La cifra no ha cambiado mucho a lo largo de la última década, pero sí muestra un ligero decrecimiento. En 2002 fue de 13% y en 2005 y 2009 de 12%, respectivamente.
Roberto Hernández, abogado y cineasta realizador del documental Presunto Culpable, explica que los miembros de los cuerpos de seguridad regularmente “son población marginal, personas de bajos recursos y tienen perfil demográfico parecido al del resto de los acusados, entonces no es raro que acaben presos también”.
El sistema de impartición de justicia captura “fundamentalmente pobres y marginados”, indica la Tercera Encuesta a Población Carcelaria en Reclusión en el Distrito Federal y el Estado de México, también hecha por el CIDE, en el 2009, ya que dos de cada tres internos proviene de hogares con marcadas carencias socioeconómicas.
Otro factor, de acuerdo con Hernández, es que “cuando un policía es honesto, (los que no son) acaban usando el sistema penal para deshacerse de él: les arman una averiguación previa y los acaban acusando, y pueden acabar presos”.
Los empleos más comunes que tenían los reclusos son taxista o comerciante; la mitad de los encuestados dijo haber desempeñado estos trabajos. Una cuarta parte de la población carcelaria trabajaba en el sector privado, mientras que 15% fue albañil y un 6% empleado de gobierno.
ALCANCE DEL ESTUDIO
El reporte fue realizado en 2013 en todos los centros penitenciarios del Distrito Federal (Norte, Oriente, Sur, Ejecuciones Penales, Varonil Santa Marta, Penitenciaria, Ejecuciones Penales Oriente, Femenil Tepepan y Femenil Santa Marta) y en las instituciones con la mayor proporción de internos del Estado de México (Nezahualcóyotl Bordo, Texcoco, Tlalnepantla, Ecatepec, Santiaguito, Chalco Mixquic y Otumba Tepachico).
La encuesta concluye que, cualquiera que haya sido el empleo de los hoy presos, uno de los factores que tuvieron en común fueron “las condiciones familiares, sociales y económicas en las que crecieron y se desenvolvieron”, lo que provoca que “la prisión sea uno de los destinos posibles para aquellos que el sistema no logra incorporar exitosamente”.
EL PANORAMA NACIONAL
La cifra de personas que prestaron servicios en la policía o fuerzas armadas en la capital y el Estado de México es un poco menor en comparación con el porcentaje a nivel nacional, donde promedia 14.6% para hombres y 2.1% para mujeres, de acuerdo con los resultados de la Primera Encuesta realizada a Población Interna en Centros Federales de Readaptación Social, también hecha por el CIDE en 2012.
DATOS QUE DEBES CONOCER
Algunos de los datos recogidos por el cide en su estudio realizado sobre la situación de las cárceles en DF y Edomex.
*Uno de cada cuatro reclusos reportó la presencia de un adulto preso en el hogar de su niñez.
*El 5% de las personas encarceladas admitió haber consumido drogas ilegales en el hogar de su niñez.
*La mitad de los robos cometidos por los reclusos fueron por montos de 11 mil pesos o menos.
*En el Estado de México hay una proporción mayor de internos sentenciados por delitos violentos respecto a la que presenta el DF.
*El 73% de los encarcelados señala que no conocía previamente a las personas que fueron víctimas de los delitos que cometieron y por los que fueron recluidos.
Fuente: Delito y Cárcel en México, deterioro social y desempeño institucional
LAS CONDICIONES
El estudio establece que existe una preocupante descomposición del sistema penitenciario.
*Preparación: Los presos tienen entre siete y nueve años de escolaridad. Primaria y parte de secundaria.
*Problemática: Se han duplicado los cobros indebidos a lo largo de la década en las cárceles del DF.
*Precio: Ha incrementado el número de internos que han pagado para recuperar su libertad.
(Luisa Cantú)