Desde hace una década, la Red Mexicana de Aerobiología informa y pronostica las concentraciones de polen en diferentes zonas de la CDMX para paliar sus efectos en los chilangos
Hasta antes de 2008, ser alérgico al polen en la Ciudad de México significaba incertidumbre. Los doctores realizaban pruebas cutáneas con extractos de pólenes de plantas que afectaban a pacientes en Estados Unidos o en Europa pero que en México ni siquiera se cultivan. Además, los pacientes no podían saber con certeza cuáles temporadas serían malas ni qué tan expuestos se encontraban.
Durante la última década, la situación ha cambiado. Este 2018, la Red Mexicana de Aerobiología (Rema) cumple dos lustros de monitorear a diario los más de 50 tipos de pólenes —algunos alergénicos, otros no— que viajan por el aire de la CDMX.
Al principio, cuenta la doctora María del Carmen Calderón, investigadora responsable de la Red, el proyecto solo contaba con una estación en Ciudad Universitaria, pero hoy tienen otras más en Chapultepec, Iztapalapa, Cuajimalpa y Tlalpan, más las de Toluca y Tlalnepantla, en el Estado de México, y los planes a futuro incluyen expandirse al resto del país.
“La idea de este proyecto era decirles a los doctores exactamente qué respiramos en la CDMX dependiendo de la época del año y cuáles son los niveles de ciertos pólenes”, explica la doctora Calderón. “Es un servicio a la comunidad. Nosotros hacemos investigación en la Universidad y los médicos (principalmente los alergólogos) obtienen información verídica y saben a qué polen están respondiendo sus pacientes”, agrega.
¿Qué es el calendario polínico?
Todo el año, el polen está en el aire, pero los tipos y el nivel de concentración varía según la temporada del año. Tomando en cuenta lo anterior, uno de los efectos más importantes del trabajo de investigación de la Red es que los especialistas ya son capaces de identificar la estacionalidad de los pólenes en la ciudad, con lo que se desarrolló un calendario polínico y un semáforo semanal capaz de predecir las concentraciones de polen.
Esta información —puede consultarse en línea en rema.atmosfera.unam.mx/rema o en Facebook: @REMAunam— es muy importante para los pacientes, porque pueden tomar medidas de prevención y control más atinadas con base en ambas herramientas.
Así, gracias al calendario podemos saber que en época de lluvias (de julio a octubre), los chilangos respiramos pólenes provenientes del pasto y la maleza, y que eso genera reacciones en una parte de la población a pesar de que las concentraciones son bajas.
Desde los primeros días de noviembre y hasta marzo, el aire de la CDMX se llena de polen que proviene principalmente de árboles como los fresnos, los encinos o los alisos, mientras que en abril y mayo, los encinos son los principales responsables de las alergias.
“Presentamos la información de manera muy sencilla”, explica la especialista. “Cuando te metes a la página, puedes seleccionar la estación que te quede más cerca, y cuando le das clic, te despliega un semáforo en el que, de un lado, están los tipos de pólenes y del otro su alergenicidad: si hay una bolita vacía, es que no hubo concentración de ese polen; si es verde, significa que las concentraciones fueron bajas; si es amarilla, que fueron regulares, y si es roja o roja con negro, significa que fueron muy altas”, explica la doctora.
Además, quienes consulten el semáforo podrán encontrar un pronóstico de las concentraciones de los pólenes para la siguiente semana, que funciona siempre y cuando no haya lluvias, porque estas hacen una especie de lavado de la atmósfera y los pólenes en el aire disminuyen.
Alergias a la alza
En los últimos años, las enfermedades alérgicas se han incrementado en todo el mundo y seguirán esa tendencia. Cifras de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica estiman que 25% de la población será alérgica al polen para el 2030. ¿Las causas? La contaminación y el cambio climático.
“El polen es fundamental porque los granos existen para preservar la diversidad de la vegetación”, cuenta la doctora Calderón. “Sin embargo, hemos visto que con el cambio climático ha cambiado la floración: si una planta floreaba durante tres meses, ahora lo hace durante seis. Desde el punto de vista de salud, esto significa que las personas alérgicas van a estar más expuestas a esos pólenes”, añade.
Ante este panorama, lo mejor es prevenir. Lo más importante es saber que los pólenes pueden ocasionar distintas reacciones: conjuntivitis (enrojecimiento y lagrimeo de los ojos), rinitis (congestión nasal, estornudos, problemas de olfato) y síntomas respiratorios como tos, dificultad para respirar (disnea) y sonidos silbantes al pasar el aire. Por lo general, estos malestares son estacionales y desaparecen con el cambio de ciertas condiciones, pero en otros casos generan problemas más graves que pueden incluso desencadenar una crisis asmática.
Calderón señala que una persona alérgica debe acudir con un alergólogo al experimentar cualquier síntoma con el fin de identificar el tipo de polen al que reacciona su organismo y así saber que, además del medicamento, puede utilizar el semáforo semanalmente para saber en qué temporada es mejor evitar actividades al aire libre, en especial después del mediodía, pues por la tarde es cuando se presentan las mayores concentraciones.
Con ello, poco a poco se creará una cultura de prevención frente a este problema de salud, asegura la especialista.