Hace 50 años, Mario Pérez abrió esta pista, a la que cada día acuden cuatro mil corredores y de la que espera surjan grandes atletas.
Mario Pérez se levanta todas las mañanas a las 3:30, se pone ropa deportiva y, sin desayunar, sale de prisa de su casa en Jardines de San Mateo, Satélite, rumbo a la Segunda Sección de Chapultepec.
Su objetivo es llegar a las 4:00 a la pista de El Sope con la finalidad de entrenar a sus 16 alumnos, de entre los que espera surja un nuevo “garbanzo de a libra” del atletismo mexicano.
Durante cinco horas, toma tiempos y señala las fallas a sus corredores, a quienes no les cobra. “Si alguien quiere dejar para la gasolina, pues se lo agradezco”, dice Pérez, quien se da un espacio para trotar entre tres y seis kilómetros.
Cuando acaba su carrera, vuelve a casa, ayuda a su esposa y se prepara para regresar, a la mañana siguiente, a la pista que él mismo fundó hace medio siglo.
Los primeros kilómetros
Con una competencia, la pista de El Sope celebra este fin de semana su 50 aniversario. En estos años, se ha convertido en un referente para los corredores de la capital, donde recibe a cerca de cuatro mil personas al día, afirma su fundador, quien detalla cómo inició este lugar.
“Un día mi hermano me invitó a verlo competir a una carrera, y yo terminé tan enojado por el lugar en que finalizó que le prometí que el siguiente año a mí esos tipos no me ganarían”, recuerda Pérez.
Dejó de fumar, decidió sacrificar parte del tiempo que pasaba con su esposa y sus tres hijos y se puso a entrenar.
Era 1966, Pérez entonces tenía 28 años y, según relata, en una ocasión unos hombres adictos a las drogas lo persiguieron hasta una vereda. Ahí, observó el espacio y pensó que era propicio para correr y practicar.
“Recorrimos el lugar y, al día siguiente, comenzamos a cortar el pasto con un machete. En total, fueron dos o tres semanas de trabajo”, dice.
Dos años después, compitió en los Centroamericanos y los Panamericanos, en los que ganó las medallas de oro, plata y bronce en la prueba de los cinco mil metros, y en los Juegos Olímpicos de Múnich 72 quedó en octavo lugar.
¿Y por qué El Sope?
Tras los Juegos Olímpicos del 68, celebrados en México, la afición por el deporte creció y más gente empezó a llegar a la pista, que recibió su nombre oficial en 1970, luego de que Pérez se reunió en Los Pinos con el presidente Gustavo Díaz Ordaz, según recuerda.
Sobre el apodo que los identifica a él y a este espacio, el veterano dice que se debe a que, como trabajaba en la Secretaría de Obras Públicas, la gente que lo acompañaba a las competencias gritaba las siglas S-O-P para apoyarlo. Y un día alguien “regaló” a este nombre la letra E.
“Desde entonces se me conoce como El Sope”, cuenta.
De vereda a pista
Después de los juegos de 1972, Pérez vio que no podría participar en otro ciclo olímpico, pero, en vez de desanimarse, decidió probar suerte en maratones, y fue así como corrió en los de Guatemala, Rotterdam, Boston, Nueva York y San Diego.
Tres años más tarde dejó de correr profesionalmente y se hizo entrenador, con lo que inició una transformación de su vida, sus atletas y su pista.
En 1984, un ingeniero de la delegación Miguel Hidalgo metió mano al espacio, para conformarlo como un gran carril de dos metros de ancho tapizado con corteza de árbol. En 2011 hubo una segunda adecuación y una tercera en 2015 —la más reciente—, cuando se instalaron bebederos, gimnasios y palapas.
“Antes nosotros comprábamos los focos y alambre para jalar la luz y que pudiéramos ver. Los poníamos entre los árboles, aunque siempre se los robaban”, dice Pérez.
Correr con “enjundia”
La pista no fue la única que recibió una pulida. El propio Pérez afirma haber tomado 40 cursos dentro y fuera del país para ser un buen entrenador. “Hay que prepararse para poder orientar a la gente, ya que es su salud la que pones en juego”, dice.
En estos años, ha sido mentor en la Universidad Chapingo, el Club Libanés y con el célebre polaco Tadeusz Kepka, formador de estrellas del atletismo nacional.
Ahora, El Sope Pérez recuerda cómo, cuando empezaba a correr, algunas personas le gritaban que estaba loco, y le parece increíble cómo una promesa que hizo a su hermano terminó convertida en un espacio emblemático de la capital.
“Es bonito que la gente venga a hacer lo que a ti te gusta, lo que en un momento hiciste y que ya no puedes hacer. Se disfruta ver correr a la gente con esa enjundia y con esa decisión de querer ser mejores”, dice.
A correr
Si no conoces la pista de El Sope, te damos algunos de sus datos más importantes:
- Este espacio se encuentra en la Segunda Sección del Bosque de Chapultepec, en la delegación Miguel Hidalgo. Está abierto todos los días y el acceso es gratuito.
- El Sope tiene dos pistas para corredores. Una mide 800 metros y la otra mil 200. Además, tiene una recta de 100 metros para quienes practican velocidad.
- Dentro del lugar no sólo es posible correr. También se pueden tomar clases de acondicionamiento físico, zumba o defensa personal.
- Afuera de la pista existe un circuito de gravilla que mide cerca de cuatro kilómetros. Ahí corren quienes entrenan para competencias de distancia.
- Oficialmente, El Sope empezó a construirse el 14 de febrero de 1966. El 50 aniversario del lugar no se conmemoró en esa fecha debido a la visita del papa Francisco a la capital.
- La pista celebrará este domingo con una carrera de cinco y 10 kilómetros para cerca de mil 500 corredores.
Los trabajos sobre la pista
En marzo de 2015, el gobierno de la ciudad presentó los resultados de la primera etapa de rehabilitación de esta pista de Chapultepec, que implicó una inversión de 1.7 millones de pesos. Con estos trabajos se sustituyeron luminarias y se instalaron bebederos y aparatos de gimnasio. Además, se restauraron placas informativas, se renovaron mil 200 metros de tezontle, se plantaron 25 mil unidades de lirio, se restableció el sistema de riego automático y se pavimentaron accesos, que ahora tienen biciestacionamientos.