Tres décadas de investigación y producción artística en México vinculada al sonido han sido reunidas en “Modos de oír”, exposición desplegada en Laboratorio Arte Alameda y Ex Teresa Arte Actual
Al entrar a una iglesia, lo primero que uno espera escuchar es una misa. Pero esta es la iglesia construida en el siglo XVII en honor a Santa Teresa que hoy es Ex Teresa Arte Actual. Al cruzar el pequeño atrio lateral, aquella primera imagen se derrumba. Quedamos ante el Pabellón Fonográfico, una enorme estructura de madera construida para la muestra “Modos de oír”.
Los distintos niveles que conforman esa instalación invitan a recorrer con el oído y de manera atenta grabaciones históricas que abarcan varias décadas de la creación sonora de nuestro país.
Al pasar por cada una de las estaciones de audio, la sensación de comenzar en el lóbulo y terminar en el hélix de esa enorme oreja, la experiencia irá haciéndose más profunda, severa.
Tania Aedo, directora del Laboratorio Arte Alameda, uno de los dos espacios en los que se despliega esta muestra, explica que “Modos de oír” fue concebida como un diagrama que tiene conexiones invisibles. “El público las tiene que ir descubriendo en la exposición”, explica, “hay claves para entrarle como cada quien quiera”.
La manera en la que fue curada la exhibición y seleccionada cada una de las instalaciones, piezas y obras hace gala desde el inicio del recorrido, por la heterogeneidad que muestra en los modos de oír, en las maneras en que ha sido utilizado el sonido en el arte en México.
El recorrido se divide en dos sedes, Ex Teresa Arte Actual y Laboratorio Arte Alameda, que albergan los trabajos de más de 170 artistas y creadores de diversas disciplinas, tan variadas como los sonidos que habitan la ciudad y el imaginario artístico de las últimas décadas.
“En Arte Alameda nos gusta hacer cruces, explorar cualidades gráficas del sonido con el gesto y la acción de marcar”, dice Aedo, “también hay músicos muy importantes en la muestra, que han trabajado experimentando”.
Se puede revisar el trabajo de artistas de distintas generaciones y momentos históricos, que convergen en la muestra por el pensamiento sonoro como eje de creación artística.
Cada instalación ofrece aproximaciones distintas a la manera en la que dialogamos con lo que escuchamos. “Tropicalia, la pieza de Carlos Amorales, por ejemplo —que trabajó con güiros de grafito—, nos remite a imaginar a partir de lo sonoro; muchas de las piezas son silentes, una clave importante en ‘Modos de oír’, y también hay un diálogo con el poder, la hegemonía y varias cosas que la expo rompe, en espacios que fueron construidos para oficiar misa”, explica Aedo.
Cómo se escucha mejor
“Modos de oír” va más allá de ser solo una revisión histórica. Se convierte en una experiencia multidisciplinaria en la que se fusionan la arquitectura y los sentidos para hacer del recorrido algo inmersivo. La expo reúne piezas que van de las instalaciones al performance, pasando por el audio, el video y el archivo documental.
Muestra de ello son las piezas La tensión extendida, de Manuel Rocha Iturbide, una guitarra eléctrica suspendida en el aire con sus cuerdas, ubicada en Laboratorio Arte Alameda para que los visitantes puedan tocarla y sentir las vibraciones del sonido. O bien, Olla de grillos, de Ariel Guzik, que colecta sonidos de grillos y cigarras a manera de ruido blanco para reconectar con la naturaleza. Otro ejemplo del sonido como pieza sensorial es La regadera, de Antonio Fernández Ros, que “baña” al visitante en diálogos de personajes famosos en la historia contemporánea mientras una figura religiosa atestigua todo al centro de la sala.
Los ejes temáticos en “Modos de oír” son diversos, y la mezcla de sonido y política puede sentirse, por ejemplo, en Cuelgan de los puentes, de Tito Rivas —de nuevo en Ex Teresa—, a partir de grabaciones recuperadas de teléfonos móviles al momento del ataque a los autobuses de los estudiantes de Ayotzinapa. Aquí, el audio cobra nueva resonancia cuando la imaginación es capaz de reconstruir los hechos.
Bárbara Perea, una de las artistas participantes, cuenta cómo concibió su pieza Huracán era una deidad maya. A partir del registro sonoro de los vientos, de estudiar el fenómeno meteorológico, surgen unas partituras; una pieza nos invita a reflexionar sobre cómo podría sonar un huracán si lo reproducimos. “La idea es que se haga un concierto con distintos objetos sui géneris, si lo reproducimos hay este cruce doble entre lo visual y lo sonoro”, cuenta.
Vicente Rojo Cama describe, por su parte, esa instalación sonora de papel que es Laberintos. “Es una pieza colaborativa, hecha en conjunto con Vanessa García Lembo, pintora y fotógrafa; la idea de este montaje es que sea mutable, efímera, siempre cambia por la manera como se organiza la pieza”, explica.
“Nunca va a ser idéntica, cada pieza es distinta y vuelve a empezar, es una pieza infinita”. Esto muestra que la exposición cumple su cometido al fusionar el trabajo de artistas que en diversas disciplinas crean sinergia entre el arte y lo sonoro.
Entre ambas sedes, la ruta obliga al visitante a pasar a un costado del Templo Mayor, por la Plaza de la Constitución, por el paso peatonal de la calle de Madero, Palacio de Bellas Artes y la Alameda Central, ruta que puede recorrerse en 30 minutos a paso normal.
Ese número, 30, coincide con los años que se revisan en “Modos de oír”. Se compran colchones, tambores, refrigeradores… Sí hay, sí hay, pásele, güero… Los sonidos del organillero, el ruido de un motor viejo, el trino de un ave desde la copa de un árbol. Todo se fusiona. El sonido permanece en vilo, en espera cautelosa de ser atrapado por el artista o por el espectador.
“Modos de oír” puede ser visitada en Ex Teresa Arte Actual (entrada libre) y Laboratorio Arte Alameda ($30) hasta el 31 de marzo, de martes a domingo entre 9:00 y 17:00.