Parásitos, insecticidas y las actividades humanas ayudan a la extinción de las abejas, por ello, Alfonso Cestelos creó Apicultura MX, un proyecto que busca acercar a los chilangos a estos insectos.
Resuena por todos lados —bz, bz, bz— y se siente como si miles de abejas revolotearan alrededor de tus oídos. Las colmenas son cajas de madera, de unos 70 centímetros de alto por 50 de largo. Si están cerradas es difícil creer que en su interior se agitan cerca de 50 mil abejas; basta levantar un poco la tapa para que el silencio se esfume de inmediato: de golpe, el zumbido colectivo se apodera del espacio: bz, bz, bz. Pero es solo percepción: ni siquiera cuando Alfonso Cestelos saca uno de los panales se cuentan más de 30 abejas en el aire. El sonido de sus zumbidos es tan penetrante por culpa de la velocidad, cada uno de estos insectos aletea 240 veces por segundo.
Su casa está abierta, pero ellas ni se inmutan; continúan trabajando con la misma exactitud que un reloj suizo. Crean miel: el proceso es largo, se estima que cuatro mililitros de este fluido representan el trabajo de toda la vida de 10 o 12 abejas. Si una palabra puede describirlas es minuciosidad. Pero a pesar de lo impresionante de su anatomía, su trabajo y su vida en comunidad, las abejas se aproximan a la extinción. Desde hace ya varios años los científicos advierten que las abejas y otros polinizadores se encuentran bajo amenaza.
“A mí las abejas me apasionan —nos cuenta Alfonso Cestelos, presidente de Apicultura MX, cuyo trabajo intenta revertir este efecto y salvarlas de la desaparición—. Cuando investigas acerca de ellas todo es fascinante, son un súper organismo”.
Alfonso lleva puesto su traje blanco de apicultor que lo cubre de los pies al cuello; un casco hecho con una malla mosquitera le permite ver contra el reflejo del sol. No lleva guantes, dice que es más fácil trabajar así y que ya se acostumbró a los piquetes (todavía le duelen, pero asegura que el veneno de abeja es muy bueno para la salud). Explica, por ejemplo, que Karl von Frisch ganó el Nobel de Medicina en 1973 por descifrar el lenguaje de las abejas. Lo que descubrió el zoólogo alemán es que estos insectos se comunican por medio de círculos y ochos, con esos movimientos se avisan a qué distancia de la colmena se encuentran las fuentes de alimento y cómo podrían llegar ahí. “Son un GPS perfecto”, dice Alfonso, fascinado.
La historia de Apicultura MX
Apicultura MX está en Ectagono, un espacio de una hectárea en medio de Lomas de Tarango, delegación Álvaro Obregón, donde conviven diferentes proyectos de educación ambiental: un mariposario, un refugio de ajolotes, una empresa de seguridad alimentaria, entre otros. En la zona abundan los árboles y, a diferencia del resto de la ciudad, aquí todavía existe el silencio al aire libre.
Alfonso cuida a sus abejas, las estudia, platica con ellas, las trata con cariño, pero sobre todo con respeto. Hoy, por ejemplo, dice que no podrá mostrarnos a la abeja reina de la colmena porque son muy sensibles al frío. También cuenta que en esta temporada les da una dieta especial que incluye un jarabe dulce y una torta proteica para proveerlas con los nutrientes que no encontrarán en la naturaleza. Su apiario es el único en la ciudad que ofrece una experiencia educativa y directa con estos animales; para aprender apicultura él tuvo que viajar a Morelos, ya que aquí no existían opciones para todos aquellos que no se especializan en este tema. Fue por eso que decidió fundar este lugar.
“Apicultura MX nace hace seis años. Un amigo me dijo que las abejas estaban muriendo en el mundo y quisimos investigar de qué se trataba. Encontramos mucha información en Internet, pero no entendíamos nada de apicultura. Lo primero que concluimos fue que hacía falta un taller en la ciudad para gente con ganas de aprender”, cuenta.
Las tres amenazas más grandes
La población de todos los polinizadores disminuye en el mundo. De acuerdo con un estudio publicado el año pasado por el Centro de Diversidad Biológica de Estados Unidos más del 40% de los polinizadores —en especial las abejas— se encuentran amenazadas. En Europa hay datos más exactos: 9.2% de las abejas nativas están en peligro de extinción y la población de otro 37% está disminuyendo.
“Las abejas están en peligro por tres causas”, explica Alfonso. “La primera tiene que ver con un ácaro que las ataca cuando aún son larvas o pupas, entonces la abeja nace con malformaciones y si, por ejemplo, no tiene antenas, no puede orientarse. El segundo factor son los pesticidas: para elevar la cantidad de alimentos se matan las plagas, efectivamente, pero también a los polinizadores, siendo que ellos son los que elevan la productividad en los cultivos. El último factor tiene que ver con el cambio climático”.
Si estos insectos desaparecieran, los problemas socioeconómicos serían graves. De los 345 cultivos comestibles en México, 86% depende de los polinizadores, según investigadores de la UNAM: el valor de este trabajo se estima en 43 mil millones de pesos. Es decir, si las abejas desaparecieran esa cantidad de dinero debería destinarse para que la mayoría de las frutas y verduras que consumimos siguieran en la mesa.
“Urge generar conciencia sobre la importancia de las abejas —concluye Alfonso—. Y hacerlo por medio de la experiencia es la mejor manera de que se logre mayor educación sobre el tema”.
TE RECOMENDAMOS: Con ritmo incansable