El FARO de Oriente cumple 18 años. Toda una generación de jóvenes ha pasado por sus espacios, ya sea para aprender alguna disciplina artística, oficio o disfrutar los conciertos que ahí suceden
Por Diana Delgado (@Diana_DelCab)
La av. Ignacio Zaragoza es un corredor de vulcanizadoras. Una camioneta permanece detenida en medio del tránsito: un bache acaba de reventarle una llanta. En el suelo disparejo, la lluvia deja charcos que lucen oscuros. Es Fuentes de Zaragoza, un lugar rodeado por las colonias Solidaridad, La Colmena y la Ermita Zaragoza: escenarios constantes de las secciones de nota roja de los diarios.
No es poca cosa que, aquí, entre las estaciones Peñón Viejo y Acatitla de la línea A del Metro, se levante desde hace 18 años la Fábrica de Artes y Oficios (FARO) de Oriente: un sitio encargado de llevar cultura a una zona donde los habitantes crecen alejados del término “arte” y de la industria creativa.
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No hay letreros que anuncien su nombre, solo una reja color verde con decenas de hojas blancas colgadas de los barrotes: todas con mensajes de ánimo al estilo de los movimientos de acción poética. Las frases son parte de una instalación organizada por los señores que venden dulces afuera del FARO: es su contribución creativa para que los peatones se asomen, y hacer efectivas las palabras que los poetas Alejandro Aura y Eduardo Vázquez dijeron cuando inauguraron el espacio en el año 2000: “Ofrecer una posibilidad de formación, ocupación y expresión al mismo tiempo”.
Modelo de artes y oficios
Víctor Hugo Muñoz tiene 25 años, es de Chiapas, actor y bailarín de oficio. No tuvo una enseñanza académica. Sin embargo, durante siete años acudió a talleres en el FARO de Oriente. Fue uno de los muchachos que llegaron al espacio cargando todos sus conflictos: alto consumo de drogas y dificultades para relacionarse con otros.
“Para mí, el FARO se resume en una palabra: libertad. Eres libre de hacer lo que quieres, apropiarte de los espacios, elegir los talleres que vas a tomar, incluso decidir si deseas quedarte en eso o profesionalizarte. Soy un cursero que se ha abierto espacios a partir de lo que aprendió aquí”, dice Víctor.
Pipo, como también le llaman, forma parte de la Compañía de Danza del FARO de Oriente, además de que tiene proyectos y participaciones en festivales musicales que lo han llevado a bailar en todo el país.
“Hay quienes me reclaman no hacer un examen en una escuela de danza, pero me gusta ser autodidacta, vivir y sentir el barrio. Porque eso es el FARO: puro barrio”.
The Clubhouse
En sus 18 años, el FARO de Oriente ha buscado hacer alianzas con agrupaciones nacionales e internacionales para proyectar el trabajo que hacen. The Clubhouse es un ejemplo: se trata de una red mundial fundada en colaboración con el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) para acercar la tecnología a jóvenes de comunidades de bajos recursos. El proyecto llegó al FARO de Oriente en 2004 y hoy cuenta con una sala donde fabrican drones, arreglan computadoras, estudian robótica y preparan un prototipo de silla de ruedas eléctrica.
Daniel Ventura es un productor musical que inició en The Clubhouse a los 16 años y logró concursar por una beca que le permitiera estudiar la universidad.
“Siempre tuve interés en la informática y la computación, al llegar a Clubhouse encontré que podía sumar la música a lo que quería y fui el único mexicano en solicitar la beca. Estudié música en la Academia Fermatta y fue un logro importante, nos voltearon a ver y, después de mí, otros compañeros han tenido la oportunidad de competir y ganar”, dice Daniel, a quien la Fábrica de Artes y Oficios le facilitó hacer contactos y equipos de trabajo que lo han llevado a participar en escenarios del Vive Latino, en centros culturales y a tener presentaciones en otros estados del país.
Un espacio para todos
Para llegar al FARO de Oriente, hay que bajarse del Metro y caminar poco menos de un km entre banquetas irregulares, automovilistas agresivos y pasos de cebra sin pintar. Nada de eso es un problema para Lupita, una mujer de 39 años con discapacidad. Cada día, desde hace 18 años, recorre en silla de ruedas el trayecto del Metro Peñón Viejo al FARO.
Es conocida por todos. Llegó a pocos meses de haberse inaugurado el FARO y nunca se ha ido. Este lugar se convirtió en su escape, en una oportunidad de demostrarse que sus limitaciones no importaban tanto. Pocos usuarios no han coincidido en un taller con ella, pues lo mismo ha aprovechado el Clubhouse que los cursos de soldadura, baile, capoeira, yoga o teatro.
“El FARO cambió mi vida. Tengo una vecina que tiene discapacidad y solo sale a tomar el sol afuera de su casa porque sus abuelos no la pueden traer, me identifico con ella. Si no hubiera encontrado este lugar, estaría igual, sin una vida”, cuenta.
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El FARO de Oriente de fiesta
El FARO de Oriente ha estado de fiesta por su cumpleaños 18 desde principios de junio. Si quieres unirte, la celebración durará hasta septiembre. El Coro del FARO y el Ensamble Comunitario del Centro Histórico tocarán el sábado 7 de julio, el sábado 14 habrá habrá un concierto de rock urbano encabezado por Juan Hernández y el sábado 28, también de julio, sucederá un concierto de armónicas blueseras. Para mantenerte al tanto de todas las actividades, entra a farodeoriente.com.