Feike de Jong caminó 51 días por las fronteras de la CDMX y aprendió, quizá, más de la capital que sus propios habitantes
FOTO: LULÚ URDAPILLETA
Hace 18 años, la rutina de Feike de Jong consistía en levantarse temprano y ver si sus compañeros reporteros le habían dejado algo de la orden del día para trabajar. Pocas veces ocurría, así que comenzó a caminar en busca de noticias para publicar.
Con eso aprendió que en el Zócalo siempre hay algo que vale la pena contar, y de paso también le agarró el gusto a caminar por las calles de la ciudad.
“Cuando me quedaba sin temas para escribir me iba a pie para buscar historias por mi cuenta. Para mí fue un gran aprendizaje”, dice Feike, quien hace unas semanas presentó su app Límites, caminando por la megalópolis del Valle de México.
La idea de describir cómo son las fronteras de la Ciudad de México nació hace varios años. Conforme la capital se convertía en su ciudad por elección, le surgió la inquietud de conocer más sobre su día a día.
“Así como la parte colonial dice algo sobre ese periodo, la orilla de la ciudad cuenta algo sobre nuestro tiempo”, dice.
Feike puso manos a la obra. O más bien piernas: recorrer casi 800 kilómetros de fronteras capitalinas le tomó 51 días, que comenzaron en noviembre de 2009 y terminaron el 21 de diciembre del mismo año.
Durante ese tiempo, en el que se involucró como espectador en la vida diaria de los habitantes de la periferia, aprendió, quizá, más de la dinámica de la ciudad que quienes llevan toda una vida habitándola.
“Vi un enorme sentido de aspiración. La gente quiere mejorar las circunstancias de cómo vive su familia. Hay mucho anhelo de identidad citadina”, dice Feike.
En su expedición descubrió que gran parte de la vida política se desenvuelve en los límites con el Estado de México, y no en el centro de la capital, como podría pensarse.
“En el centro se vive en una burbuja. Hay tres partidos que pelean por sus ideas y ganar votos. Pero la democracia en México y en la periferia todavía gira alrededor de ofrecer servicios a los colonos y así obtener su voto como contraprestación”, cuenta.
Pero quizá lo que más le llamó la atención es que las fronteras de la capital son menos violentas de lo que se piensa.
Es menos peligroso de lo que había esperado. Todo mundo me decía que iba a terminar mal esta expedición, pero en todo el recorrido nadie me amenazó ni me asaltó. Hay un sentido exagerado de riesgo cuando se trata de estas zonas”, cuenta.
De un pueblo a una ciudad
Hijo de padres holandeses, Feike da Jong nació en los Estados Unidos, pero creció en la ciudad de Nimega, en los Países Bajos, a orillas de uno de los brazos del río Rin, muy cerca de la frontera con Alemania. De ese lugar se marchó en 1999. Su idea era ir de vacaciones a la Ciudad de México para visitar a un amigo, pero nunca regresó.
“Obviamente si comparas a Nimega con los municipios de la Ciudad de México o del Edomex, resulta insignificante. Es tan pequeño que lo vería como un pueblo. Si tienes a Iztapalapa, que cuenta con 1.7 millones de personas, una ciudad de 150 mil no amerita ni llamarse ciudad”, dice.
A Feike le gusta pensar que este proyecto, el recorrido, la app, las crónicas, las fotos que fueron resultado de 51 días de caminata y expedición, le pueden ayudar a locales y extranjeros a comprender la compleja dinámica de una megalópolis con más de 20 millones de habitantes.
“La orilla de la ciudad tiende a ser mucho más nueva que el centro, esto significa que todo es todavía más transparente. Por ejemplo, si uno va como reportero a Neza, todavía puedes encontrar a sus fundadores, que llegaron ahí cuando no había nada. Mientras en el centro de la ciudad todo tiene una historia larga, hay cosas que son difíciles de saber. Puedes entender Ixtapaluca en tres meses, pero en 30 años de investigar Tepito todavía no será suficiente para saber lo que está pasando ahí y por qué se maneja de ese modo”, explica.
De ahí su interés por difundir su trabajo. Un poco para ayudar a entender la ciudad a través de lo que él aprendió en sus primeras caminatas que hizo hace ocho años y que posteriormente se convertirían en una aplicación para teléfonos móviles.
“No me di cuenta de que podía ser un proyecto importante hasta que lo vi terminado el 21 de diciembre de 2009. Era muy difícil hacerlo, casi terminé haciéndolo por la libre y apostando a que saldría”, cuenta Feike, quien pagó los recorridos con una herencia y la aplicación con dinero que obtuvo de un financiamiento otorgado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.
Los de aquí y los de allá
En la CDMX conviven dos mundos, ambos habitan el mismo valle, pero están separados por kilómetros de asfalto y tránsito pesado. La periferia y el centro. Como dos vecinos que en realidad viven en el mismo hogar, pero de manera diferente.
Y en esa convivencia, ambos podrían aprender el uno del otro. “Hay una enorme riqueza. Si la gente no lo sabe, tampoco están interesados en protegerla. Creo que en las zonas más acomodadas de la capital podrían aprender mucho de las posibilidades que hay en la periferia, y a los de la periferia les serviría mucho poder inmiscuirse más en el centro de la ciudad”, dice.
En cifras:
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30% del trabajo surgido de la expedición son textos sobre la ciudad y sus habitantes.
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51 días tardó el recorrido a pie que Feike de Jong emprendió por el perímetro de la CDMX.
- 69 pesos cuesta en iTunes la app para conocer el recorrido por las fronteras de la capital.