Varias mujeres relatan su afición por el deporte de las patadas en el libro electrónico Desde mi portería, que puede ser descargado de forma gratuita
Todo comenzó como un diario. Rocío Yelitza García echó mano de redes sociales como Hi5 o MySpace para contar sus experiencias cada que acudía a partidos de futbol para ver a su equipo: el Cruz Azul. Ahora, parte de esas vivencias se recopilan en un libro digital titulado Desde mi portería, en el que también participan otros apasionados de los deportes.
En sus primeras publicaciones, Rocío narraba cómo se sentía ser parte de la porra del equipo, las tristezas por perder en las finales o las veces que se iba de pinta en la prepa para ver los entrenamientos de La Máquina y cómo el futbol moldeaba su vida y sus relaciones familiares.
Con el tiempo, las publicaciones de Rocío comenzaron a ganar más y más seguidores, y el espacio se profesionalizó para convertirse en Pamboleras, un sitio de noticias especializado en mujeres deportistas que muestra la perspectiva femenina dentro y fuera de las canchas.
“Así como mi historia, hay muchas más de personas cuya vida gira en torno a un deporte, a la afición que sienten por un equipo”, dice Rocío. “Un encuentro no solo dura 90 minutos, es una pasión que llevas siempre, que no te puedes quitar. Nadie habla de esas historias, de esos contextos, aunque seguramente todos conocemos a alguien que nunca falta a los partidos o que hace todo para alentar a su equipo. Eso también es parte del futbol”.
Para contar algunas de esas historias, Pamboleras editó Desde mi portería, una compilación de relatos hechos por 17 mujeres y un hombre, seguidores y lectores que están lejos de los reflectores deportivos y que buscan mostrar que detrás de cada encuentro están los aficionados que compran boletos, los que se han tatuado los colores del equipo, quienes hacen sacrificios para ir a un juego fuera de su ciudad y los que eligen una profesión que los mantenga cerca de lo que les apasiona.
Víctimas del machismo
Ser mujer y aficionada a un deporte no es un juego sencillo en México. Desde que las niñas muestran su gusto por un deporte, reciben comentarios como “es solo algo recreativo”, “está bien que haga ejercicio”, pero una vez que esas niñas llegan a la adolescencia y su interés sigue intacto, comienzan las descalificaciones, los comentarios machistas, las dudas sobre su sexualidad, los cuestionamientos sobre sus capacidades e incluso llegan las prohibiciones, cuenta Adelina Filigrana, autora de uno de los textos de Desde mi portería.
Vianey López, otra de las autoras del libro e hija de un portero de Tercera división, vivió una situación similar. El problema ocurrió cuando la mujer se unió a un equipo juvenil en el que apenas había cinco mujeres y para realizar encuentros se formaban equipos mixtos.
“Ustedes ya lárguense, vayan a jugar con sus muñecas” o “las niñas no juegan futbol” eran frases que sus propios compañeros le gritaban para hacer que desistiera en su intento de practicar ese deporte. Sin embargo, al menos en Vianey, una joven de cabello rizado originaria de Aguascalientes, eso no funcionó; hasta ahora no se pierde ningún partido y juega cada que puede.
El deporte de los sueños
El primer partido de futbol femenil oficial del que se tiene registro data de marzo de 1895 en el estadio Crouch End Athletic en Londres, Inglaterra. La sorpresa fue tan grande que los titulares periodísticos del día siguiente celebraban que no había nada “desagradable” en que una mujer golpeara un balón.
A más de un siglo de distancia, el balompié femenil en México está en proceso de formación: cada vez hay más niñas que juegan en su colonia, en equipos de barrio, con primos y hermanos mayores o en los pequeños torneos escolares, además de una liga profesional.
Desde mi portería cuenta las historias de mujeres que crecieron con ídolas como Maribel Domínguez o Charlyn Corral que han destacado en el futbol nacional e internacional. Narra, incluso, las experiencias de otras más jóvenes que tienen la posibilidad de soñar con ser parte de uno de los equipos de la Liga MX Femenil, ser entrenadoras, preparadoras físicas o árbitras.
Georgina Larruz, otra de las autoras, encontró en el periodismo deportivo la posibilidad de mantenerse cerca del futbol. Estudió comunicación política, pero un impulso la hizo cambiar de ruta y buscar un espacio en los medios.
La sorpresa vino en julio de 2015 —cuenta en el libro— cuando llegó a cubrir los Juegos Panamericanos 2015 en Toronto, Canadá, como parte del programa Young Reporter y accedió al partido en el que la Selección Mexicana femenil ganó el bronce contra la escuadra local. Esa misma pasión por el futbol la llevó tres años después a cubrir el mundial de Rusia 2018.
Así como ella, Helena Torres ha viajado al extranjero gracias a su afición por el futbol inglés. Se dice hincha del Manchester United desde hace 15 años, aunque llegó a ellos por mera casualidad, cuando una amiga de la secundaria le dijo que había un jugador, un tal David Beckham, que era guapísimo.
En el partido que vio para “conocerlo” hubo otro futbolista que la impresionó aún más: el delantero holandés Ruud van Nistelrooy. Helena empezó a seguirlo a él y al equipo e incluso se unió a comunidades en internet en las que conoció a fanáticas del Manchester United que hasta la fecha siguen siendo sus grandes amigas.
En su narración titulada “Mi teatro de los sueños”, Helena cuenta que para estar más cerca de su equipo aplicó para una maestría en Inglaterra y una vez que la obtuvo, el primer día de su estancia viajó en tren para cumplir el sueño de estar en el Old Trafford, el estadio del Manchester también conocido como “el teatro de los sueños”.Si quieres leer las historias que se narran en Desde mi portería, puedes descargar gratis el libro en la página de Pamboleras.com.