En Iztapalapa, la guerra por el agua es un problema histórico que nadie ha sabido resolver. y ahora, tras el colapso de la red hidráulica después del sismo, la crisis ha llegado a un extremo
Por Diana Delgado
Abrir la llave y esperar, en vano, que algo salga de ella. Volver a casa con botellones de un galón, garrafones que se venden al doble del precio normal, ver a tus hijos esperar por horas frente a las tomas de agua su turno para acarrear. Bloquear la calle, junto con tus vecinos, para denunciar a los piperos que ofrecen los litros al mejor postor. No poder trabajar fuera y dormirte a las tres de la mañana esperando que, en algún momento, se aparezca la pipa prometida. Esto es Iztapalapa, antes y después del sismo.
No es un problema nuevo. Desde hace décadas, la delegación vive una sequía escandalosa o guerra por el agua que nadie ha sabido —o querido— resolver. Pero luego de los últimos tres sismos, la crisis llegó a un extremo.
Primero fue el temblor del 7 de septiembre. Luego el del 19. El 23 la tierra volvió a moverse. El drenaje y el sistema de abastecimiento —que lleva más de 60 años sin mantenimiento— colapsó. Cientos de tuberías se rompieron o agrietaron y la poca agua que llegaba a Iztapalapa comenzó a irse por las innumerables fugas. Durante este fin de semana, 650 filtraciones aún no habían sido reparadas.
Un millón 200 mil personas se quedaron sin una gota de agua en sus casas, según cifras que la Comisión Nacional del Agua y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México dieron al diario Reforma. Ante la desesperación, no fueron pocos los que se decidieron a robar directamente las pipas.
“Las pipas llegaban custodiadas por policías porque la gente se las quiere llevar”, cuenta Humberto Mendoza, vecino de la colonia San Lorenzo. “También hubo pleitos por vecinos que pedían el vehículo entero para llenar su cisterna”, agrega.
En la colonia Francisco Villa, 20 días después del sismo y ante la falta de respuestas, los vecinos decidieron abrir directamente una toma de la red para abastecerse. Muchos hicieron fila en las garzas de suministro o en los tanques-cisterna instalados por las autoridades. Los que no alcanzaron, se dedicaron a corretear a las pipas para desviarlas de su ruta y llevarlas a su calle a cambio de dos mil o cinco mil pesos.
En Iztapalapa se vive un escenario de guerra. La guerra por el agua.
Un problema histórico
Hace dos años, durante la campaña para promover su jefatura delegacional, la entonces candidata del PRD Dione Anguiano expuso su visión del problema.
No solo era la falta de agua, sino la mala calidad de la poca que llegaba a Iztapalapa. Además de los mantos acuíferos completamente desecados, lo cual había provocado que una veintena de escuelas se vinieran abajo a consecuencia de los hundimientos y muchas otras presentaran grietas severas.
Anguiano proponía una acción en conjunto con el gobierno de la CDMX y el federal para reparar la mitad de la red hidráulica, que durante décadas no tuvo mantenimiento. Nada de esto sucedió.
El acceso al agua es un derecho humano según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero, en Iztapalapa, la ausencia de esos requisitos esenciales pone en riesgo la vida y la economía de quienes habitan en esta demarcación, ubicada al oriente de la capital mexicana.
La falta de agua se traduce en falta de higiene. Infecciones en la piel y estomacales son las consecuencias más comunes. “No tener agua significa no tener cómo asearte, cómo tener la casa limpia ni los platos ni los vasos. Implica no tener dónde lavar frutas y verduras”, dice Margarita Ortiz, vecina de Santa María Aztahuacán.
Vecinos de diferentes colonias señalaron que su gasto corriente ha aumentado hasta en 200 pesos diarios, pues vivir sin agua implica comprar garrafones o rellenarlos para lavar trastes, preparar alimentos e incluso para ducharse.
La eterna espera
Después del 19S, fallaron 68 pozos, se registraron 800 fugas de agua potable y los tanques La Caldera, Jaltepec y Cerro de la Estrella, que abastecen la delegación, dejaron de surtir.
Hasta este fin de semana, no eran claros los números de las familias que continuaban sin una gota de agua en Iztapalapa. La delegada hablaba de 500 mil personas —a lo largo de 140 colonias—, mientras el Sistema de Aguas de la Ciudad de México contaba alrededor de 350 mil, distribuidos en Iztapalapa, Xochimilco y Tláhuac.
La crisis actual continúa en la Sierra de Santa Catarina, con cerca de 500 mil habitantes. Así como en las colonias Ejército de Oriente, Ermita Zaragoza, Santa María Aztahuacán, Santa Marta Acatitla Sur, El Salado, La Concordia y más de un centenar que también viven sin agua.
Aunque en días pasados la Conagua anunció la reparación de la línea de conducción de los ramales Tláhuac y Mixquic-Santa Catarina y el cambio de 192 metros de tubería dañada, asegurando que eso restablecería el servicio, lo cierto es que tanto la delegada como el Sistema de Aguas de la Ciudad de México aseguran que el problema no se resolverá pronto. Que la situación se “normalice” puede tardar hasta tres meses. Y normalizar significa volver a las condiciones previas al sismo, donde la escasez ya era la regla.
La guerra por el agua en cifras
- 1 millón 200 mil personas se quedaron sin agua después del sismo.
- 68 pozos fallaron tras el terremoto del martes 19 y se presentaron 800 fugas.
- 6 décadas tenía la red hidráulica de la Ciudad de México sin mantenimiento.
¿Cómo solicito una pipa?
Si en tu colonia no hay agua, puedes solicitar una pipa a la oficina del Sistema de Aguas de la CDMX que corresponda a tu domicilio. Si no sabes cuál te toca, llama al centro de atención telefónica: 01 800 014 2482.
Una segunda opción es ir a las ventanillas de los Centros de Servicios y Atención Ciudadana de tu delegación.
¿Cómo aprovecho mejor el agua?
Si en tu colonia la escasez de agua es común, existen alternativas que puedes aplicar para aprovechar el poco líquido que llega:
* Revisa que no tengas fugas y arregla llaves que gotean. Esto es fundamental para evitar desperdicios.
* Instala un sanitario de bajo consumo de agua o adapta un dispositivo en tu baño, también grifos y regaderas que impidan el desperdicio.
* La Secretaría de Ciencia y Tecnología de la CDMX apoyó un proyecto llamado Tlaloque, un mecanismo que recolecta agua de lluvia y la limpia para el uso cotidiano. Esta herramienta se ha instalado en Tláhuac y Xochimilco, que padecen escasez con cierta regularidad.