Gustavo Sánchez, máximo medallista paralímpico de nuestro país en Londres 2012, asegura que el alto rendimiento no solamente está en el deporte sino en cada aspecto de la vida
Todo es sencillo: solo hay que nadar más rápido que los otros y llegar primero al otro lado de la alberca. Ese fue el consejo que Gustavo Sánchez recibió de su primer entrenador, Juan Manuel Díaz. Entonces tenía ocho años y se sentía abrumado por enfrentar su primera competencia y por el tamaño de la alberca olímpica de Ciudad Universitaria, donde iniciaría su vida deportiva.
“Sentía temor. Yo era muy chiquito y veía que la alberca estaba enorme. Sentí que no iba a poder competir y mi entrenador me motivó. Salté al agua y di lo mejor que tenía. Esa vez solo obtuve una medalla de participación, pero me quedé con ganas de subir al podio. Ahí me di cuenta de que esto es lo que quería hacer”.
Gustavo Sánchez tiene 24 años y es deportista paralímpico desde hace 17. Nació con una malformación congénita en ambas piernas y el brazo derecho, y es uno de los máximos exponentes mexicanos de la natación paralímpica, ganador de cuatro medallas en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012.
Su llegada al deporte fue circunstancial: su mamá, académica de la UNAM, lo inscribió a los Pumitas cuando tenía siete años para que tuviera una actividad física al igual que sus hermanas. Al poco tiempo de ser parte del grupo, los entrenadores se dieron cuenta de que sus habilidades eran distintas al resto y decidieron entrenarlo profesionalmente.
Dos años después de su encuentro con el agua, Gustavo ganó su primera medalla de oro en una competencia nacional. En esa ocasión conoció a la selección mexicana de natación paralímpica y empezó a soñar con las competencias. Para entonces era el único representante con discapacidad de la universidad, pues siempre había entrenado con personas convencionales, pero su técnica resultaba tan eficaz que en 2005 se convirtió en atleta de alto rendimiento al llegar al Centro Paralímpico Mexicano.
ANTES DE COMPETIR
Sánchez Martínez Gustavo tenía asignado el carril número cuatro. Era la final de los 200 metros libres en los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. El tiempo a batir eran 2:55.81 minutos y junto a él estaban otros siete atletas.
Dijeron su nombre y salió a la alberca. Escuchaba música, su rostro parecía inmutable. Tomó un cubo de agua y se refrescó. Subió a la plataforma y apenas se escuchó la señal se lanzó al agua. Braceó tan rápido que después de la primera vuelta nadie lo alcanzó. Esos 2:58.09 minutos le dieron la medalla de oro y dejó de ser una promesa de la natación mexicana: ahora era una realidad.
Como parte de su preparación previa a una competencia, se ejercita a las 4:30 de la mañana, acude a la universidad a las 7:00 y, de nuevo, a las 15:30 regresa a entrenar. Asegura que sus logros no se deben a sacrificios sino a decisiones, pues no le causa pesar dejar las fiestas o la convivencia con familia y amigos con tal de cumplir sus metas.
“En el deporte de alto rendimiento es muy común que te sientas cansado, pero solo es cuestión de hacerlo de nuevo. Yo entreno los 365 días del año y llevo 17 años nadando, entonces por qué no puedo hacerlo un día más, esforzarme un día más para llegar a mi meta”, dice Gustavo, quien admira a atletas como el paralímpico mexicano Juan Ignacio Reyes, el nadador norteamericano Michael Phelps y al boxeador Saúl “Canelo” Álvarez.
¿Pero qué pasa en su mente justo antes de saltar al agua? Para Gustavo hay un ritual que comienza al ponerse un audífono y empezar a estirar el cuerpo. Con un oído escucha la música y con el otro las indicaciones técnicas de su entrenador.
Poco antes de salir se aísla totalmente y a ritmo de hip hop, ritmos latinos y reguetón recuerda la estrategia a seguir. Anuncian su nombre y entonces recrea en su mente cómo será su salida, el salto, las brazadas una a una, las respiraciones, las vueltas y los movimientos para que apenas se quite los audífonos sepa, paso a paso, qué hacer para ganar.
SER UN EJEMPLO A SEGUIR
Gustavo es un chico ambicioso. Sueña con bajar los 3:04 minutos en los que hoy recorre los 200 metros libres. Actualmente está concentrado en el Centro Paralímpico Mexicano preparándose para los Juegos Parapanamericanos que se disputarán en Lima, Perú en agosto de este año.
El joven de 24 años considera que los mexicanos pueden ser potencia mundial en el deporte y no solo en delincuencia o en problemas de salud como la obesidad. También cree que solamente hace falta que los jóvenes que quieran dedicarse al deporte se lo crean y actúen para lograrlo, además de que, dice, hacen falta personas que los motiven a convertirse en un Rommel Pacheco, Jahir Ocampo, Paola Espinosa o en un Gustavo Sánchez.
Además del deporte, el atleta mexicano estudió unos semestres de Ingeniería en Producción de Audio y actualmente cursa la licenciatura en Administración de Empresas a través de una beca en la Universidad Anáhuac del Sur, y asegura que una vez que su vida deportiva concluya, desea fundar una línea de ropa o ser dueño de una cadena de restaurantes de comida japonesa, su favorita.
“El deporte tiene una fecha de caducidad para todos y eso es algo de lo que tenemos que ser conscientes. En mi caso, soy una persona de alto rendimiento en el deporte y en la vida, me esfuerzo por dar el máximo en cada cosa que hago. Quiero que en el futuro la gente me vea como una persona alegre y bromista que siempre ha luchado, como alguien que puede ser un ejemplo a seguir, capaz de motivar a los demás”, dice.