Memorizan sus nombres, son sus juguetes favoritos, aman ver sus pelis… La ciencia explica qué hay detrás del gusto por dinosaurios.
Tiranosaurio, velocirraptor, braquiosaurio, triceratops, pterodáctilo, diplodocus… Hay pequeños que memorizan, uno tras otro, los nombres de los dinosaurios. Han visto decenas de veces películas como Parque Jurásico, La era de hielo 3: el origen de los dinosaurios, Caminando con dinosaurios o Pie pequeño, y si se enteran de que hay una exposición que tenga que ver con estas criaturas, no descansan hasta que sus papás los llevan.
Tienen rompecabezas, mochilas, ropa, figuras de plástico o electrónicas que rugen y se mueven. El gusto por dinosaurios sale de casa a pasear por todos lados. Cualquier persona lo nota, porque es de lo único que el niño habla todo el tiempo. “Está en su fase de dinosaurios, ya se le pasará”, responden los papás quizá también para tranquilizarse a ellos mismos.
No todos los niños tienen gusto por dinosaurios. Pero quienes pasaron por esa etapa —o tienen hijos que la están viviendo— saben de qué se trata. ¿Por qué les fascinan estos antiguos habitantes del planeta, hoy extintos?, ¿significa algo esta obsesión? La ciencia se ha hecho estas preguntas. Y la conclusión que se ha alcanzado es que este interés es normal e incluso benéfico para sus procesos de aprendizaje. Aquí te contamos por qué.
Niños, dinosaurios y psicología
En niños, el gusto por dinosaurios no es nuevo, y el interés de la psicología por ella tampoco. En 1983, por ejemplo, la Asociación Americana de Psicología realizó un estudio con niños fascinados por estos animales para analizar el desarrollo de su memoria.
En años más recientes, este interés particular ha servido para conocer más sobre el desarrollo cognitivo infantil. En 2007, investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale documentaron que el gusto por dinosaurios es tan común que puede entrar en la denominación que ellos nombran como Intereses Extremadamente Intensos (EII, por sus siglas en inglés). De los 177 niños que fueron estudiados, un tercio presentó EII por objetos como vehículos, pelotas, libros, muñecas y, por supuesto, dinosaurios. El estudio descubrió otro dato importante: los niños tienden a interesarse de forma intensa por un objeto en particular más que las niñas.
El porqué del gusto por dinosaurios permanece aún bajo cierto misterio, aunque puede relacionarse con la fantasía que despiertan y el hecho de descubrir, más adelante, que a diferencia de otras criaturas con las que suelen jugar, éstas existieron en la realidad. Según el estudio, la mayoría de los EII surgen cuando los niños tienen un año y aparecen sin que los padres lo motiven. ¿La culpable? La percepción: algo en su forma —dice la teoría— les llama la atención y los atrae tanto que incluso puede llegar a dominar diversos aspectos de su vida.
El gusto por dinosaurios no es malo; al contrario: tiene beneficios para los procesos de aprendizaje de los niños. Según el estudio “The development of conceptual interests in young children”, publicado en el 2008 en la revista académica Science Direct, los intereses intensos les ayudan a los niños porque aprenden a categorizar, elevan su nivel de atención y persistencia, y mejoran sus niveles de procesamiento de información.
CDMX para la fase “dino”
Si algún pequeño en casa está en su fase dino, o si tú lo estabas cuando eras niño y quieres revivir aquella etapa, hay algunas opciones en la ciudad —o muy cerca— para disfrutar de estos animales extintos.
La primera opción es fundamental: el Museo de Historia Natural, ubicado en Av. de los Compositores, en la segunda sección del Bosque de Chapultepec. En el módulo “Evolución de los seres vivos” se encuentra una enorme réplica del esqueleto fosilizado del Diplodocus carnegii, un dinosaurio del periodo Jurásico.
También, aprovechando las vacaciones, vale la pena darse una vuelta por el Museo de Historia Natural de Ecatepec (Av. Circunvalación Oriente s/n, Jardines de Santa Clara), porque su tercera sala, “Paleontología”, aloja una sección dedicada por completo a los dinosaurios y exhibe la estructura ósea de un Tiranosaurio rex, un Coahuilaceratops y un Quetzalcoatlus, además de una maqueta que muestra cómo nacían estos animales.
También puedes visitar el Museo de Geología de la UNAM (Jaime Torres Bodet 176, col. Santa María la Ribera), ahí encontrarás fósiles que se han descubierto en el país: desde el esqueleto de un mamut hallado en la Cuenca de México hasta los restos de un dinosaurio Pico de Pato, un Ictiosaurio y el cráneo de un Dinoterio.
Un lugar extra —además, perfecto para el Día de Reyes— es Tienda de Dinosaurios. Está en Venustiano Carranza 9, local B78 (a dos cuadras de la Torre Latino), en horario de lunes a viernes, de 13 a 17 horas. Ahí pueden comprarse diferentes productos de dinosaurios: figuras de diferentes tamaños (nuevas o vintage), juguetes didácticos y hasta maquetas que recrean el hábitat de estos animales.
Numeralia
70% de los papás de niños fascinados con dinosaurios asegura que el gusto de sus hijos inició a los 3 años.
2016 fue el año en que se descubrió el esqueleto más grande de un dinosaurio, de 37 metros.
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