Aunque nos den asco o miedo, los insectos son necesarios para la salud del ecosistema. Aprendamos a convivir con ellos.
Dos antenas, tres pares de patas, uno o dos pares de alas. Son los organismos más vivos que hay en la Tierra y no se conoce ni la mitad de su diversidad. Los insectos son el motor de los ecosistemas, un submundo que sostiene, en gran medida, al mundo que conocemos; sin ellos, el resto de quienes habitamos en el planeta estaríamos en riesgo de desaparecer.
Los bichos representan el 55% de la biodiversidad actualmente conocida —y son el 85% de todo el reino animal—. Según información de Yazmín Martínez, investigadora de la UNAM, se estima que existen tres billones de especies de insectos vivos, aunque solo se han descrito alrededor de 900 mil.
Algunos insectos permanecen dentro de dijes y llaveros, otros aparecen en platillos exóticos o tradicionales sustituyendo a la carne y unos más causan terror solo con verlos; la mayoría tiene una tarea: transformar la materia orgánica en abono, polinizar plantas, ser enemigo natural de otras especies para el control de plagas o ser parte de una cadena alimenticia. Son un balance ecosistémico.
Datos de la Sociedad Mexicana de Entomología (SME) señalan que a nivel nacional hay un registro de 47,853 insectos y 5,579 especies de arácnidos, entre los que se incluyen arañas, alacranes, ácaros, opiliones y solífugos, mientras que en la CDMX se conocen alrededor de 2,372 insectos de ciudad y 417 arácnidos.
Para Jesús Acuña, presidente de la SME, siempre ha existido una campaña de desprestigio contra los insectos de ciudad. Por ejemplo, el conocimiento empírico suele decir que las cucarachas solo esparcen suciedad, que las hormigas rojas son agresivas y que las arañas grandes o con el cuerpo de colores son venenosas. Aunque sí hay especies que representan un riesgo, la existencia de los insectos de ciudad va más allá. Además de que de ellos depende la estabilidad del ecosistema, también generan beneficios directos para la población.
“A partir de ellos se hacen vacunas, se busca cura a enfermedades y se descubren otras como el dengue o el chikungunya. Hacen crecer las plantas; en la agricultura benefician la producción, facilitan los procesos de degradación orgánica y hasta se obtienen sedas, hilos, tinturas y otras materias naturales”, dice el investigador especialista en ácaros.
Con los años, los insectos de ciudad han sufrido cambios que los han hecho migrar, incluso la urbanización podría haber provocado la extinción de especies poco conocidas.
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“El uso del suelo ha provocado cambios, se ha quitado materia orgánica, pastos o lodos para meter pavimento. Al no haber suelo, ciertas especies desaparecen y otras logran adaptarse, pero al quedarse sin enemigos naturales se reproducen sin control, se desequilibra el ecosistema y se convierten en plagas: es lo que ha pasado con las cucarachas”, dice Jesús Acuña, presidente de la Sociedad Mexicana de Entomología.
La SME agrupa a los entomólogos de todo el país una vez al año, reúne investigadores de diferentes universidades y centros de estudio para que expongan sus proyectos y discutan los avances en cada una de las áreas.
Las plagas han sido tema de los congresos. Se hallan en espacios públicos y cerrados. En casas, camellones y grandes parques, como hace cinco años, cuando grupos de larvas, escarabajos, chinches y termitas provocaron la tala de casi cuatro mil árboles en bosques de la CDMX, además de casi 20 mil por la plaga vegetal de muérdago.
“Es necesario un control de plagas en la Ciudad de México, pero para que funcione se requiere de trabajo en equipo; por ejemplo, aunque una casa se fumigue, se necesita que el propietario sea cuidadoso en no repetir conductas que haga que vuelvan, como ser antihigiénico”.
También —dice— se requiere del apoyo de las autoridades. Los estudios de impacto urbano que deben realizarse antes de cualquier obra o construcción tienen un apartado con un análisis entomológico, y mientras más áreas naturales sean sustituidas por pavimento, mayor será el riesgo de que las especies endémicas migren o desaparezcan.
¿Cuánto necesitamos a los insectos de ciudad?
Es probable que seas de los que pisan arañas, hormigas, avispas o cuanto insecto de ciudad te encuentras; sin embargo, dicen especialistas, al hacerlo estás rompiendo una cadena, estás evitando que un ciclo natural se lleve a cabo.
Por ejemplo, si aplastas a una abeja, las plantas dejan de ser polinizadas y no crecen más; si acabas con las arañas y telarañas de tu casa, habrá más mosquitos que no te dejarán dormir por las noches, y si pisas las hormigas, tus plantas o jardín no recibirán la materia orgánica que hace que tus rosas crezcan.
“Hay insectos cuya presencia denota que un ecosistema está funcionando. Hay libélulas indicadoras de la calidad del agua, moscas y larvas que alertan cuando una materia orgánica está descompuesta o insectos cuyo comportamiento describe la propagación de enfermedades”, dice Acuña.
Parte de la labor de la SME es recibir fotos y dudas de las personas que encuentran bichos en sus casas. Las revisan, consultan especialistas según el tipo de insecto y aconsejan a la población qué hacer.
“Nos interesa preservar los ecosistemas y no matar a los insectos. Ellos llegaron aquí antes que nosotros”, explica Acuña. “Hemos modificado su entorno y evolucionaron, tienen mecanismos propios de supervivencia y podría resultarnos útil para conocer cómo funcionamos. Los insectos dicen mucho de nuestro entorno, de cómo estamos viviendo y de la forma en la que ocupamos los espacios”.
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CIFRAS
- 2,789 especies de insectos han sido registradas en la CDMX.
- 8 de cada 10 animales en el planeta son insectos.
- 53 años tiene la SME reuniendo a los entomólogos de todo el país.