Jugar polo sobre ruedas

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En la cancha, el sol de mediodía comienza a calentar el concreto. Seis bicicletas entran al campo, la partida inicia con un golpe del mallet a la pequeña pelota. Los jugadores “queman llanta” y pedalean a toda velocidad. Rodean la bola igual que tiburones al acecho de su presa; cae el primer gol sin poner los pies en el suelo: así se juega el bike polo.

Hace una semana, en esta misma cancha, Belén Mendoza llegaba a su cita de los domingos para esperar a sus compañeros de Neza, Naucalpan, Nápoles o el Centro. Aquí, en el Deportivo Xochinahuac, en Azcapotzalco, los entrenamientos duran seis horas.

Se trata de uno de los tres espacios que el Gobierno de la CDMX les presta para practicar su deporte. “Nuestra cruz, todo el tiempo, es que no nos dejan jugar. Los espacios que necesitamos para hacerlo deben tener un mínimo de 40 metros de largo por 20 de ancho y estar bardeados, ya que necesitamos que la pelota se mantenga al centro, como en una cancha de hockey”, cuenta Belén, quien entre semana es creativa publicitaria y se acercó a este deporte por mera curiosidad hace cuatros años, cuando conoció la Liga de bike polo Feminas DF en redes sociales.

“El bike polo te reta a vencer tus miedos. Me gusta mucho la palabra ‘reta’ porque el reto es para ti. En cada partido debes controlar tu cuerpo, dominar tu temperamento y sobrellevar el de los demás; al ser un juego de contacto, debes mantener la mente fría y seguir la estrategia planeada”.

Cabalgando en bicicleta

Un partido puede durar entre 10 y 15 minutos. Aunque en nuestro país las reglas pueden variar, lo ideal es contar con tres jugadores por equipo, no tocar el suelo con los pies en ningún momento ni atajar demasiado agresivo al jinete contrario. El bastón, que no mide más de un metro, debe golpear la bocha de lado, de forma similar a un martillazo, y no se puede arrastrar la pelota.

Este deporte se juega hombro con hombro, y así fue como se abrió paso en la CDMX. “El bike polo es muy demandante”, dice Guillermo Romero, quien lo practica desde 2010. “Es un deporte de conjunto que disfruto. Alguna vez jugué futbol y este me atrapó por el ambiente que se vive en la cancha”.

Para comenzar no necesitas más que una bici con adaptaciones mínimas, casco, guantes y entusiasmo. Pero las cosas se hacen difíciles por la nula apertura de compartir por parte de otros deportistas. “Entre semana entrenamos de noche, en parques públicos”, dice Belén. “La situación se complica cuando la gente quiere jugar futbol. En ocasiones discutimos con ellos, han llegado a agredirnos cuando vienen borrachos. No existe un espacio dedicado al bike polo en la ciudad”.

Además de participar en clasificaciones nacionales, regionales y llegar a las internacionales en EUA, la Liga sortea otro tipo de obstáculos como el escaso apoyo al deporte en México y tener que pagar sus gastos para participar fuera del país. “Viajes y participación en torneos los costeamos nosotros. Hemos ido a pedir patrocinios y apoyos, no siempre absorben los gastos”.

Sin género ni fronteras

Romina Bernardotti lleva ocho meses practicando bike polo en la CDMX. Diseñadora de interiores por profesión, conoció el deporte hace cinco años en su natal Argentina. La también ciclista y fan de la fixie, sale de la cancha para descansar junto a otros jugadores en el césped. La modalidad del bike polo que juegan aquí en Azcapotzalco entra en la categoría hardcourt: al practicarse en superficies duras, como canchas de futbol rápido y hockey, no existen limitantes para armar un duelo. La versatilidad del juego elimina hasta las barreras de género.

Este deporte empodera a la mujer. La bicicleta en el siglo XIX se convirtió en todo un símbolo de libertad para el sector femenino, y Romina lo tiene presente. “Siempre se piensa que un hombre va a tener más fuerza, pero no es así. Una mujer tiene un montón de habilidades, como mantener la cabeza fría en momentos clave del juego. Estar hombro con hombro hace que pierdas el miedo”.

Guillermo apoya estos comentarios. “No es requisito que haya equipos solo de mujeres o de hombres todo el tiempo. Incluso la edad no es limitante. Hay jugadores que inician desde los 18 años y en poco tiempo se vuelven figuras dentro de la Liga”.

Tanto Romina como Belén han participado en encuentros exclusivos para mujeres. La meta de Bernardotti es ganar los juegos a celebrarse en Bogotá: “Podés ir a diferentes partes del mundo y siempre te vas a encontrar con un grupo de gente que juegue bike polo. Aunque seas de Argentina o México y te vayas a Europa, siempre vas a encontrar grupos. Todo el tiempo tenés retos nuevos. Se trata siempre de superarte”.

A pesar de que no existe apoyo gubernamental —salvo un permiso de la delegación con horarios establecidos para el uso de la cancha—, la Liga no deja de invertir en sus bicis o en el equipo necesario para jugar. Incluso el tema del visado no ha frenado sus ganas de competir fuera del país. Las ruedas de la bici no se detienen. No lo harán ni aunque el sol se oculte. Anotan un último gol antes que dejar la cancha y tirar el bastón al suelo. Primero se cansan los tiburones de acechar a su presa en el mar que la familia de bike polo de nadar a contracorriente para figurar entre los mejores del mundo.