A la capital le urge prepararse para el envejecimiento de su población, en especial de aquella que tendrá bajos recursos o poco apoyo familiar.
Se llama Ramón, tiene 68 años y no sabe dónde vive. Viste ropa deportiva gris, trae una cobija y una maleta negra y deambula cerca del Centro de Asistencia e Integración Social (CAIS) Plaza del Estudiante, en el oriente de la capital.
Como otros adultos mayores que viven en la calle o sufren abandono social, Ramón recurre a estas instalaciones del gobierno local para recibir albergue u otros tipos de atención. Y también, advierten expertos, es un hombre que pertenece a un sector de particular vulnerabilidad: el de las personas de 60 años o más que carecen de recursos o de apoyos para mantenerse.
Las autoridades capitalinas cuentan con 10 CAIS. De ellos, seis están enfocados a los adultos mayores considerados vulnerables y, afuera de sus edificios, es común ver a mujeres y hombres en busca de ayuda. Sin embargo, de acuerdo con algunas proyecciones, es posible que el flujo de gente hacia sus puertas crezca en los años siguientes.
En la ciudad, según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en 2010 había alrededor de 85 mil adultos mayores. Se espera que para 2030 ese sector esté conformado por casi 103 mil personas —el doble de las que había en el año 2000— y que en las décadas siguientes esa franja de la pirámide poblacional no haga otra cosa que ensancharse.
Además, debido a factores como el encarecimiento del costo de vida o las dificultades para establecer un fondo para el retiro, se teme que un alto porcentaje de esos ciudadanos viva en pobreza o esté en riesgo de caer en ella.
La situación implicará un aumento en la demanda de cuidados especializados y de servicios de salud relacionados con enfermedades crónico-degenerativas y, por ende, obliga a que las autoridades tracen un plan a futuro, dice Luis Miguel Gutiérrez Robledo, director del Instituto Nacional de Geriatría.
“Aunque el DF es punta de lanza en la procuración de la calidad de vida de los adultos mayores, hoy en día está en el límite de espacio de oportunidad para prever los retos futuros”, señala.
Luis Meneses Murillo, titular del Instituto para la Atención de los Adultos Mayores en el DF (IAAM), reconoce que la capital necesitará una gran transformación para afrontar los cambios demográficos que vienen.
“Hay que rediseñar la ciudad para los adultos mayores. Esa actitud de exclusión es la que tenemos que cambiar como sociedad y convertirla en políticas públicas”, admite el funcionario.
Abandonados por sus familias
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) urge a que los países tomen acciones para mejorar las condiciones de vida de los adultos mayores, en particular las de los más vulnerables.
Gustavo, de 67 años, es otro integrante de este sector. Cuenta que ya no tiene familia, que trató de suicidarse porque ya no se sentía útil y que, tras ese intento fallido, llegó hasta un CAIS.
Rigoberto Ávila Ordóñez, director del Instituto de Asistencia e Integración Social (IASIS), responsable de los CAIS, asegura también que “es recurrente que los mismos familiares vengan a dejarlos a las puertas de los centros para nunca regresar por ellos”.
Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señala que, cada semana, cuatro adultos mayores de la ciudad son abandonados por sus familias.
Espacios para envejecer
Los CAIS son la única institución del gobierno capitalino que ofrece techo a adultos mayores, bajo un esquema de albergue.
En total, cuentan con mil 200 empleados, entre enfermeras, gericultistas, bañadores, médicos y trabajadores sociales, divididos en cinco turnos y quienes deben atender a unas mil personas que requieren apoyo para sus actividades cotidianas. Además, en algunas sedes también deben tratar con menores o con gente con discapacidad mental.
Sumados a los CAIS, en la capital hay algunos asilos públicos, dependientes del gobierno federal, y alrededor de 170 asilos privados.
La investigadora Verónica Montes de Oca señala al respecto que existe un déficit de espacios dedicados a la estadía de adultos mayores. Sin embargo, advierte también que el modelo de asilo es obsoleto para una urbe como ésta.
En su opinión, una alternativa es establecer casas de retiro donde la gente tenga, al mismo tiempo, privacidad, la posibilidad de convivir con otros y servicios de salud. Cita como ejemplo las casas que abrió el gobierno de Durango, al norte del país.
Y más aún, subraya, el escenario ideal para un adulto mayor es permanecer en su hogar y ser partícipe de su comunidad. Para ello, se requiere que las instituciones y la sociedad lo apoyen y lo involucren, para que goce su vejez y haga realidad el principio de que la vida no termina a los 60.
Servicios
Desde el año 2000, el Gobierno capitalino ofrece diversos programas para este sector de la población:
- Uno de los más conocidos es el de Pensión Alimentaria, que consiste en la entrega mensual de un apoyo económico a quienes tengan 68 años o más.
- Además, el Gobierno del DF promueve su programa de Visitas Médicas Domiciliarias, en el que se brinda atención primaria a los adultos mayores de 68 años o más que residan en zonas de marginación y pobreza.
Vivir mucho y vivir bien
La capital tiene el índice de envejecimiento más alto del país. De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la cantidad de adultos de 60 años o más por cada 100 niños y jóvenes menores de 15 años es de 52, cuando el promedio nacional es de 31. Especialistas en población consideran que este dato refleja una situación positiva, pues habla de que en la Ciudad de México la gente tiene la posibilidad de vivir más tiempo y con mayor calidad en comparación a otras entidades de la República.