La esperada nueva entrega del enfant terrible del cine mexicano llega a las pantallas de la ciudad este viernes. Platicamos con él sobre los retos y diferencias entre actuar y dirigir
Después de más de un lustro de relativo silencio, Carlos Reygadas está listo para compartirnos una historia que puede catalogarse como su entrega más personal, no por su historia, sino porque él mismo se estrena como actor, junto a su esposa, Natalia López, quien interpreta a la esposa del personaje de Carlos.
Nuestro tiempo cuenta la historia de un matrimonio que administra una hacienda de toros de pelea y que se enfrenta al reto de una infidelidad. Su descenso en espiral hacia los límites del amor se enlazará con la amenaza constante de los toros de pelea. Platicamos con el cineasta sobre su experiencia como director y ahora como actor.
¿Por qué decidiste actuar en esta película?
Hice el casting durante mucho tiempo. Me costó trabajo encontrar a alguien que supiera hacer las actividades de campo que se requerían, y tampoco se trataba de usar dobles, así que apliqué el viejo dicho: “Cuando no hay actor, entra el director”. Además, a mi parecer, el resultado es casi igual a si hubiera actuado alguien más, pues muy pocos espectadores saben cómo me veo.
Al final aprendí mucho y disfruté. A mí me gusta operar la cámara siempre, así que cuando yo actuaba, perdía el control del encuadre, pero gané el control del ritmo interno de la toma. Unas por otras. Fue muy interesante ser actor. He hecho sonido, cámara, producción… Lo de la actuación nunca lo había considerado. Me hizo entender mucho de la metodología: cómo acercarte a los actores, ver ciertas cosas desde su punto de vista.
¿Cómo fue tu proceso durante la filmación?
Filmamos a lo largo de muchas temporadas. Ustedes lo verán en la película: hay cambios de clima, lo que involucraba mucha previsualización del lugar, muchos scoutings; la edición fue muy compleja y muy larga también.
¿Cómo defines a tu personaje?
Como alguien con una necesidad psicológica de controlar una situación que él considera una crisis. Justo por eso recurre a muchos medios y sufre en ese proceso. Pero tampoco quiere aceptar las cosas tal como son. Es alguien que no se somete al destino, y cuyas luces y sombras están presentes todo el tiempo.
¿Cuál sientes que sea la principal diferencia entre actuar y dirigir?
Siento que como actor, controlas el ritmo interno de la imagen. Siempre he pugnado por que el lenguaje cinematográfico sea lo que construye al personaje: la foto, el sonido, el vestuario… Un montón de cosas que van más allá del actor. Hay una separación fuerte entre lo que ocurre dentro de la cinta y los actores.
¿Hay alguna metáfora relacionada con los toros?
Tú puedes darle un sentido metafórico mayor o menor a lo que estás viendo. Lo que en realidad está es la presencia del mundo animal y la sexualidad difusa masculina y concreta femenina. Un macho fecunda a muchas hembras. Se da la lucha entre lo masculino en el mundo animal, y por supuesto entre los seres humanos. Se nos olvida que somos animales. Si hubiera menos hipocresía sobre este asunto, las relaciones políticas internacionales, y entre hombres y mujeres, tal vez tendríamos las cosas más claras.
¿Experimentas más en esta cinta?
Desde un punto de vista puede ser una película bastante clásica, pero hay ciertos detalles en los que me permití explorar. Es importante no buscar la originalidad per se, pero sí buscar la forma específica de decir las cosas. Cada plano, cada momento tiene una razón de ser. Es fácil seguir la rutina pero no necesariamente es lo más apropiado para todo lo que hacemos. Me gusta cuestionar la rutina si lo que sale funciona mejor. Mucha gente cree que el ritmo de una película está dado por la edición, la fotografía en general. En realidad, el ritmo interno está determinado por la cámara.
En la película, un toro mata a una mula. ¿Fue difícil filmar esa escena?
Yo tenía el reto de filmar el ataque a una mula utilizando el lenguaje cinematográfico clásico, con ciertos trucos tradicionales. Te puedo decir que no es una película snuff, no se lastimó a ningún animal. Esa mula era un cadáver ya. Sí fue difícil y requirió ingenio.
¿Tienes alguna preferencia entre hacer cintas bucólicas y urbanas?
Si me dan a elegir, yo prefiero el campo. Esos momentos de ciudad, si uno los puede ver como visitante, se disfrutan más. En Nuestro tiempo se ven varios planos aéreos que muestran una ciudad muy bella, muy potente, muy hermosa en su fealdad.
¿Trabajaste cinco años en esta película?
Comencé a pensar en ella en 2014. La primera parte la filmé en 2015. Es una parte dura del cineasta. El músico tiene el placer instantáneo de ver lo que hace. Como cineasta tienes que estar enfocado por mucho tiempo en un objetivo que no se puede difundir. Estoy muy animado y muy contento de por fin poder compartir esta película.